Llámese colegio profesional o no, hay que garantizar a los ciudadanos que quien está realizando una determinada actividad es un profesional. "Si no lo garantiza un colegio habrá que idear alguna otra forma de identificar a los profesionales competentes capaces de realizar ciertos trabajos con garantías para la sociedad, sobre la que no puede recaer la responsabilidad de conocer todo sobre las titulaciones existentes, muchas con nombres engañosos y sin suficiente trayectoria histórica", señala Fernando Guijarro, decano del Colegio de Ingenieros Industriales de Extremadura.

Afirma que el colectivo que representa nunca se ha opuesto a la liberalización de la actividad porque "ya somos un ejemplo de competitividad y libertad de mercado". "No nos produce inquietud ni temor porque las garantías tienen que seguir existiendo. Otra cosa sería que esa norma bajara los límites de seguridad y redujera la exigencia preparación de los profesionales que deben realizar las actividades que afectan a la seguridad de las personas y el entorno. Ahí sí nos opondríamos". Guijarro añade que los tiempos obligan también a optimizar los recursos, pero si la reforma se hace con sentido común no tiene que perjudicar a nadie. La colegiación de los ingenieros, en la práctica y desde hace muchos años, es voluntaria salvo para determinados trabajos. "Los colegios seguirán existiendo, como existen en Europa asociaciones profesionales similares que realizan estas funciones".