La salida de la procesión de la Pontificia y Real Hermandad y Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, patrona de Badajoz, es siempre un acontecimiento, desde que aparece por la puerta de la ermita hasta que la dejan salir los fieles con sus saetas, a lo largo de todo su recorrido y, especialmente, a su entrada.

Ayer, como cada año, miles de personas se congregaron en la plaza del mismo nombre para ver salir el paso de esta Virgen --una talla anónima del siglo XVII, de la escuela italiana--, detrás del Jesús de la Humildad y Paciencia, más conocido como El Amarrao --en talla atribuida al círculo de Jerónimo Hernández, del siglo XVI--, y del Ecce Homo --anónima del XVII--, todas a hombros de costaleros.

SALIDA EXULTANTE La salida se inició pasadas las ocho de la tarde en un ambiente exultante que se mantuvo durante el recorrido y que se incrementó a la entrada de los pasos de esta procesión, con una cofradía que fue fundada en 1664 tras la llegada de la imagen desde Nápoles, y que gozó de numerosos privilegios de los papas Pío VI y VII. Este este año volvió a pasar por el antiguo Hospital Provincial.

Por otro lado, la procesión de Nuestro Padre Jesús del Prendimiento, con una talla anónima del siglo XVII, volvió a recorrer de madrugada las calles del casco antiguo, seguido de un público interesado en las estampas más estremecedoras en medio de un intenso silencio en todo su itinerario.

LUGARES ESPECIALES Algunos de esos momentos especiales fueron el paso de la procesión por la plaza Alta, con la celebración de las 14 estaciones del Vía Crucis; bajo el Arco del Peso del Colodrazgo y la plaza de San José; la ofrenda de flores a la Soledad o su paso por las estrechas calles de Soto Mancera y bajada por San Pedro de Alcántara.