Nadie quiso perderse la jornada festiva de ayer en Villarreal de San Carlos y el sol primaveral acompañó a las actividades, y animó a los vecinos de las inmediaciones a participar de la celebración, que por unas horas perturbó el habitual sosiego allí.

A ellos se sumaron los turistas que simplemente habían ido a disfrutar del parque o a conocerlo, como Pedro González, un extremeño que, a sus 90 años lo visitaba por primera vez. "Llevaba mucho tiempo insistiendo en venir", explicaba su hija. Y no faltaron tampoco los trabajadores del parque, como miembros de los retenes contra incendios y guardas, que manifestaban sentirse "orgullosos de trabajar por este enclave".

Todos hicieron piña para engrandecer aún más la fiesta "por la inauguración de Monfragüe", como explicaba la pequeña Sheila mientras se afanaba en acabar su bote de sales decorativas en uno de los talleres organizados ayer para los niños, mientras su compañera, apostillaba "sí, es por lo del parque", en un intento de hacer entender --a su modo y teniendo en cuenta que no superaban los 7 años-- que ayer pasaba algo importante. Además de este taller, los cerca de 300 niños de poblaciones cercanas que ayer acudieron a Villarreal, tuvieron a ocasión de fabricar mochilas con hojas de cómics o elaborar sacos con hierbas aromáticas, o de aprender más sobre Monfragüe gracias a las nuevas tecnologías y al autobús que, a modo de aula móvil , se instaló allí.

Si los más pequeños acrecentaron la alegría natural del día, los bailes de los zancudos de Samarkanda, pusieron el toque original a la celebración, y precedieron uno de los actos que más interés despertó entre el centenar de turistas congregados: la suelta de águilas calzadas, que ayer se convirtieron en nuevos inquilinos del Parque Nacional de Monfragüe.