«Ha sido un final de curso anómalo, raro, inédito y triste». Sin la emoción de los abrazos de despedida, sin los nervios de esa última actuación o la ilusión de una graduación, sin maletas ni mochilas que hacer ni deshacer a la vuelta de ese ansiado viaje o esa primera excursión, sin los nervios de la entrega de las notas en papel, sin la alegría habitual que precede a unas vacaciones y con la incertidumbre de si volverán a verse las caras de nuevo todos los días del próximo curso. Pero ha llegado el final de curso y para muchos también el fin de una etapa en sus vidas, porque se marchan a la universidad, al instituto o al ‘cole’ de los mayores.

Este pasado miércoles terminaron oficialmente las actividades lectivas en los colegios e institutos para los más de 175.000 escolares extremeños. Tanto ellos como sus maestros y profesores han tenido que esforzarse mucho para adaptarse a un final de curso que nadie imaginaba. El coronavirus lo cambió todo el pasado 13 de marzo, el último día que hubo clases presenciales en la región. Desde entonces, el colegio se instaló en cada casa y el docente no apareció por la puerta sino a través del ordenador, de la tablet o del móvil. «Ha sido un curso complicado para todos y el final más triste de lo habitual. En un año normal el último día de clase suele ser un día de alegría y alboroto, pero este año todo es anómalo y más triste. Hemos tenido que suspender bastantes actividades, excursiones, graduaciones de fin de curso…», cuenta Francisco Álvarez, director del colegio Licenciados Reunidos de Cáceres.

En este centro han sustituido la diversión de ese último día de clase por la emoción de reencontrarse con el maestro para recoger el material que aún tienen en el colegio. «Lo único que podemos hacer presencialmente es repartir los materiales que los alumnos tenían en clase, cada tutor o tutora lo está haciendo de manera escalonada y es la única manera de poder despedirse de los alumnos y de las familias de manera presencial».

En el colegio Alba Plata de Cáceres no hay encuentro presencial, pero se afanan estos días en preparar un final especial para los alumnos que el próximo septiembre ya no volverán al centro y se han quedado sin graduación y viaje de fin de curso. «Estamos preparando una orla y unas camisetas y las entregaremos casa por casa la próxima semana en plan sorpresa», cuenta Juan Antonio Durán, maestro de este colegio cacereño. La idea, señala Francisco Javier Rubio, otro docente del Alba Plata, es intentar reunir a todos posteriormente en un parque y hacer la última foto de todo el grupo. Y también planea cerrar la etapa con una cápsula del tiempo llena de recuerdos del colegio que permanecerán varios años escondidos en algún lugar.

LA ORLA / Hasta el colegio Luis de Morales de Badajoz sí se están acercando estos últimos días de curso los alumnos de sexto de Primaria. No pisaban el centro desde marzo, ya que ninguno de ellos ha precisado tareas presenciales de refuerzo, y ahora han ido de forma escalonada al colegio para hacerse la foto de la orla, que les entregarán ya hasta septiembre. «Aprovechando que tenían que venir a entregar los libros de beca y recoger sus cosas, les hemos hecho las fotos, pero no hemos podido hacer nada de lo que era habitual», cuenta Pedro García, director de este colegio pacense. «En un año normal habría sido una semana de mucha actividad, de evaluaciones, de recogidas de las clases, de celebración del día del agua, de fiesta final en Infantil y Primaria y la graduación de sexto… Un día de mucha alegría y fiesta, pero este año nada. Muy triste». Y también se han quedado sin la excursión habitual de cada año. «En junio solíamos irnos tres días a algún lugar de la provincia o de Cáceres a espacios multiaventura a hacer actividades al aire libre».

EL PRÓXIMO CURSO / García reconoce que sin contacto físico y sin la actividad habitual «no hay sensación de que termina el curso y las vacaciones tampoco lo parecen porque no hay muchas expectativas. Ha sido un último trimestre tan inédito y anómalo que no hay sensación de final, estamos casi más expectantes por ver cómo será el próximo curso». Reconoce que los equipos directivos están preocupados y «con cierta obsesión» por saber cómo organizar el colegio a partir de septiembre. «Va a ser muy complicado, aquí hay más de 500 alumnos que se tendrían que concentrar en pocos metros». A esa inquietud se añade el trabajo extra de gestionar solicitudes de distintas ayudas que se han concentrado también en estos últimos días.

SIN VIAJE A LA WARNER / En los institutos el final de curso está siendo igual de descafeinado y las sensaciones son similares. «Ha sido muy totalmente diferente a otros años. Siempre hacíamos un acto de graduación para los alumnos de 2º de Bachillerato y FP que terminan, con sus familias. A ellos les hacía mucha ilusión y es chocante quedarse sin ese momento. Se vestían de etiqueta y luego se iban de cena, pero nada de eso ha sido posible este año. Y aplazarlo a septiembre tampoco tiene mucho sentido porque cada uno tomará un rumbo distinto», cuenta el director del IES Pérez Comendador de Plasencia, Javier Escalante. Tampoco han podido asistir a las diversas ferias educativas que les ayudan a decidir su futuro ni podrán hacer el viaje final habitual al parque de atracción de la Warner en Madrid. «Ha habido años que hemos fletado hasta tres y cuatro autobuses».

A su juicio, en las condiciones actuales impuestas por la pandemia, con las evaluaciones y con la sobrecarga de tareas administrativas que se han ido aplazando «es difícil hacer nada». Aun así, están preparando las orlas para los estudiantes que ahora terminan y entre todos los profesores han grabado el tradicional discurso de fin de curso con un mensaje claro para los alumnos: «¡A por todas!». «Al final nos ha tocado a todos adaptarnos rápidamente al mundo online deprisa y corriendo, pero nada podrá sustituir nunca mirar a la cara a un alumno».