Entrar en el parador de Plasencia es dar un salto al pasado. A simple vista se aprecia su valor arquitectónico, con una escalera ´al aire´ que es ya seña de identidad, pero ¿qué ocultan sus rincones? ¿Qué utilidad tuvo en el pasado? ¿Qué secretos pasan desapercibidos? Paradores es consciente de que muchos clientes, turistas y los propios placentinos desconocen la respuesta a estas preguntas, por eso el parador de Plasencia se convertirá el próximo año en un parador museo. Entonces, su valor artístico, arquitectónico, la historia de este convento dominico de los siglos XV y XVI e incluso las leyendas que giran en torno al edificio estarán al alcance de cualquier visitante.

Esto será posible gracias, primero, a una profunda investigación histórico-artística realizada de forma interna por personal de la cadena pública hotelera. La siguiente fase consistirá en elaborar una serie de placas informativas que se colocarán estratégicamente en el interior del edificio formando un itinerario que se plasmará a su vez en un folleto-guía y en un mapa.

Porque como ha destacado el presidente de Paradores, Miguel Martínez, convertir el parador en museo "será un aliciente más para los clientes que se alojen en él, pero también, un atractivo añadido para quienes visiten la localidad y sorprenderá a los propios habitantes, que podrán redescubrir su parador y sentirse aún más orgullosos de él".

¿Y qué descubrirán los visitantes gracias a este novedoso proyecto? El director del parador placentino, Félix Lobo, conoce al dedillo sus rincones y se presta a desvelar los secretos del itinerario que él propondría. Pero primero, explica que el convento se construyó en dos fases "la primera en el siglo XV y la gran reforma fue en el XVI".

El recorrido por su historia comenzaría por la misma entrada del parador, donde se conservan una escultura que acabó en el edificio tras la invasión francesa y frescos realizados por algún antiguo fraile.

De camino al claustro, Lobo llama la atención sobre un artesonado del siglo XV y sobre un espacio que conserva el cierre del muro de la iglesia contigua, con su contrafuerte con arbotante.

El claustro conserva además un artesonado del siglo XVI y destaca la joya de la corona: la sala capitular. "Es de 1478 y fue lo único que no tocaron con la reforma. Es la parte más antigua del convento y conserva en el techo escudos con su policromía original".

No se olvida el director de la escalera ´al aire´ de 1577 que da la bienvenida a la cafetería. "Fue un alarde del siglo XVI que costó 10.000 ducados " y el refectorio, hoy transformado en restaurante, conserva elementos como un friso de azulejo de Talavera del siglo XV y el antiguo púlpito.

Aquí acaba la visita que propone Félix Lobo. Es solo una muestra de la riqueza histórica y artística del parador placentino y que estará al alcance de clientes, turistas y visitantes el próximo año.