Extremadura cerró el 2008 con su mejor dato de la década en cuanto a superficie forestal quemada por incendios. El fuego calcinó el año pasado menos de 2.300 hectáreas, la tercera parte que en el 2007, que ya había sido uno de los años más favorables en este sentido. Lo quemado por los incendios supuso el 0,055% de la superficie forestal de la región. La parte menos favorable de la estadística es que la superficie de bosque quemada apenas se redujo, ya que ardieron en el 2008 un total de 951 hectáreas, frente a las 1.032 hectáreas del año anterior. Donde se dio el mayor descenso fue en la superficie forestal herbácea, que se redujo en dos tercios respecto al 2007 y rondó las mil hectáreas.

A lo largo de todo el año Extremadura sufrió 862 incendios, frente a los 744 del 2007. Pese a que el total de fuegos fue mayor, destaca que en el 2008 casi 500 incendios fueron de los denominados conatos, es decir, se extinguieron antes de llegar a calcinar una hectárea.

Al margen del incremento de efectivos --especialmente en la temporada de mayor riesgo entre el 2 de junio y el 15 de octubre-- que sumaron 1.300 personas trabajando en el Plan Infoex y de los avances en la coordinación que permitieron una respuesta más rápida, buena parte de la culpa del descenso en el número de incendios la tuvo la climatología.

Y es que, tal y como reconoció el consejero de Medio Ambiente, José Luis Navarro, nada más concluir la temporada de riesgo alto, el clima fue un aliado muy importante, lo que permite aventurar que será muy difícil que se repita la situación.

Así, tras una primavera excepcionalmente lluviosa --especialmente en mayo y junio-- que hizo temer verano muy duro en cuanto a incendios por la abundancia de pasto, vinieron unos meses estivales con temperaturas muy suaves, lo que contribuyó a que el suelo mantuviese la humedad y el fuego, cuando surgieron focos, avanzase lento.

Esta situación --temperaturas más bajas de lo normal y escasas lluvias-- se mantuvo en otoño, y ayudó a que la estadística de hectáreas quemadas se mantuviese en cotas muy bajas. De hecho, la mayor parte de los fuegos que se originaron fueron de escasa entidad, y el mayor de todos fue el que afectó al entorno de Navalmoral de la Mata, donde ardieron 130 hectáreas, muy lejos de aquellos que en el 2003 calcinaron miles de hectáreas.

Asimismo ayudaron medidas como la limitación de trabajos en el monte los días de mayor riesgo y la petición al Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) para que se frenasen actividades que pudiesen entrañar un peligro y se limpiasen de pasto los bordes de las vías.