Juan Antonio Martínez Camino parece haber delegado en Santiago García Aracil. El primero es el portavoz de la Conferencia Episcopal Española y asiduo en los medios de comunicación cuando se tratan asuntos relacionados con la fe cristiana; mientras que el segundo es el arzobispo de Mérida-Badajoz, que parece haberle tomado el relevo en los últimos días y se ha erigido como la voz de la Iglesia en temas tan candentes como la presencia o no de los crucifijos en los centros escolares o las políticas en favor del aborto. Y lo hace en foros eclesiásticos como la publicación Iglesia en Camino y en la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Española.

A quienes se oponen a la presencia púbica de la fe cristiana les llama "enemigos", en alusión a la polémica sobre la posible retirada de los crucifijos de los colegios. "No me apura llamar enemigos a los que se oponen a la presencia pública de la fe cristiana, como si ella fuera una humillación, un motivo de perversión o una llamada a una pretendida involución", indica en un articulo titulado "No os confiéis, queridos enemigos", publicado en el semanario Iglesia en Camino. En el escrito señala que en la fe cristiana están las raíces de Europa, las grandes líneas de la civilización occidental o las motivaciones de la mayor parte de las creaciones artísticas.

Para monseñor García Aracil no es improcedente emplear la palabra enemigos porque, "para el cristiano, hasta los enemigos son hermanos", aunque, a partir de ahí, habla de ellos como "adversarios", que "parece hoy más suave y tolerante" de cara a la opinión pública, matiza.

A su juicio, estos hermanos promueven cada día "iniciativas verdaderamente originales y llamativas para avanzar en la pretensión de apartar de la sociedad los signos del cristianismo". Parece que "les satisface", insiste, "cargar a la Iglesia con la culpa sobresaliente de toda clase de tropelías y pecados contra la libertad, contra el progreso, contra la tolerancia, contra los derechos humanos y contra vete a saber qué", sin rigor alguno, según García Aracil. Sin olvidar, argumenta, que el papa Juan Pablo II ya pidió perdón por los pecados que hubieran "podido perjudicar a los hermanos en cualquier momento de la historia".

Por todo ello, pide a los adversarios del cristiano "que deben pensarlo mejor" y les invita a reflexionar serenamente sobre la raíz del fenómeno religioso, "que ha estado presente siempre en la humanidad".

Crisis moral y económica Al margen de este asunto, la Conferencia Episcopal Española, mediante su Declaración ante la crisis moral y económica , presentada ayer en Madrid y aprobada en el transcurso de la última asamblea plenaria achacó la crisis económica a "la pérdida de valores morales", a la vez que consideró que las "políticas antinatalistas" tendrán repercusiones económicas en las futuras generaciones. Fue precisamente monseñor García Aracil el encargado de poner sobre la mesa ese texto, como presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.

Los mitrados españoles citan "la falta de honradez, la codicia --raíz de todos los males-- y la carencia de control de las estructuras financieras, potenciada por la economía globalizada" como causas de la crisis y enumeran entre las víctimas principales a las familias, sobre todo las numerosas, los jóvenes, los desempleados, los pequeños y medianos empresarios, los agricultores y ganaderos y los inmigrantes.

En esta declaración, los prelados españoles consideran "urgente" un discernimiento sobre las decisiones de gasto de los poderes públicos y de las familias, mientras aseguran que la crisis económica "debería ayudarnos a poner en Dios la referencia verificadora de actitudes y comportamientos".