Frente a su aún reciente comercialización en las gasolineras extremeñas --apenas cuatro años--, los biocombustibles llevan cerca de una década y media en los laboratorios de la Universidad de Extremadura (Uex). Porque hace 14 años que el profesor de Física Aplicada Juan Félix González González inició su primer proyecto sobre este tipo de compuestos.

Actualmente la producción de biodiésel y bioetanol es una de las principales líneas de trabajo que desarrolla el Grupo de Investigación Aprovechamiento Integral de Residuos Biomásicos y Energías Renovables (Gairber), coordinado por el propio Juan Félix González. La Facultad de Ciencias de Badajoz y la Finca La Orden --centro de investigación dependiente de la Junta-- son las bases operativas en las que un grupo de ocho personas --entre docentes y becarios-- estudian fórmulas para reducir costes y facilitar la producción de biocombustibles.

Así, entre otras cosas, buscan sustancias (catalizadores) que permitan eliminar el sulfato potásico --altamente corrosivo-- que aparece durante una de las etapas de preparación del aceite vegetal para su uso como carburante. De esta forma, se podría evitar varios pasos en el proceso, reduciendo tiempo y costes. Pero además, están experimentando con el uso de microondas para reducir el gasto energético y los tiempos de producción.

Asimismo, el Grupo Gairber busca en estos momentos aceites procedentes de especies no utilizadas para la alimentación humana o animal y que puedan ser utilizadas para la obtención de biodiesel --colza no alimentaria, ricino, jatropha, soja o cardo, entre otras--. De esta forma, pretenden desvincular el biodiésel de las acusaciones que relacionaban a estos combustibles con el encarecimiento del precio de los alimentos en el mundo. "Los resultados son similares a los de las especies alimentarias que se vienen utilizando. La soja, por ejemplo, funciona de maravilla", asegura Juan Félix González.

En lo que se refiere a la producción de bioetanol, las pruebas se están llevando a cabo con cereales como el triticale, el trigo, el sorgo, la cebada o el maíz, y para los denominados biocombustibles de segunda generación, utilizan los tallos de estas especies vegetales en lugar del grano. "Pero esto encarece más el producto, porque exige un proceso de hidrólisis para poder hacer procesos de fermentación".

No obstante, una de las líneas de investigación más ambiciosa es la que están realizando con el Grupo Gallardo. El objetivo es usar microalgas que, a la vez que absorben parte del CO2 que Siderurgia Balboa emite a la atmósfera, sirvan para elaborar biocombustible para el grupo empresarial. Los resultados están siendo probados en la propia acería a través de un bioreactor construido in situ .