Almaraz será la primera central del actual parque nuclear español en dejar de funcionar, algo que sucederá en algún momento entre 2025 y 2030. Al menos esas son las previsiones del Gobierno, que ayer aprobó en Consejo de Ministros el borrador del Plan de Energía y Clima (2020-2030) en el marco del llamado ‘paquete climático’, los instrumentos legales que el Gobierno ha puesto en marcha para cumplir con el Acuerdo de París contra el calentamiento global.

Aunque está en fase de borrador, el plan que Energía y Clima es el documento que más vigencia puede tener una vez se ha producido el adelanto electoral. El documento ya se mandado a Bruselas, al no tener que ser debatido por el Congreso. La Comisión Europea debe dar su dictamen antes de fines de año para que el Gobierno que salga elegido de las elecciones lo ratifique con las modificaciones que crea oportunas y, entonces sí, lo mande al Parlamento. La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, llamó a abrir un debate social y político sobre este plan en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.

Los otros dos documentos aprobados son el anteproyecto de ley de Cambio Climático, que no podrá ser tramitado en el Congreso por la disolución de las Cortes, y la Estrategia para la Transición Justa.

El plan de Energía prevé mantener intacto el parque nuclear actual hasta, como mínimo el año 2025. En esa fecha, si el PSOE hubiera mantenido su programa electoral (apagón nuclear cuando las centrales llegaran a los 40 años de antigüedad) deberían estar cerradas Almaraz I, Almaraz II y Ascó I. Ahora lo harán entre el 2025 y el 2030. En el mismo período dejará de operar Cofrentes. Las tres que quedarán a partir del 2030 (Ascó II, Vandellós II y Trillo) cerrarán a más tardar el 2035.

Fuentes de Transición Ecológica confirmaron que este calendario «forma parte del acuerdo cerrado con las eléctricas» propietarias del parque nuclear «a propuesta» del Ejecutivo. Respecto a los años concretos en que cerraría cada central, las mismas fuentes advirtieron que son los propietarios los que deben solicitar el cierre en el año que elijan dentro del margen temporal pactado». Añadieron, sin embargo, que el Gobierno «seguirá el orden de antigüedad para autorizarlos».

El plan de Energía fija la hoja de ruta que debe seguir cada tecnología de generación eléctrica para lograr una reducción de las emisiones 44 millones de toneladas en la próxima década (de 63 a 19). Un recorte drástico que va a ser a costa, sobre todo, de las térmicas de carbón. No en vano son las responsables del 59% de los gases de efecto invernadero emitidos por el sector eléctrico. De las 14 actuales 9 estará cerradas en el 2020 y el resto lo harán a lo largo de la década.

La ‘revolución verde’ se basará en un crecimiento exponencial de las energía renovables. La eólica duplicará su presencia (de 27 GW a 50 GW) y la fotovoltaica se multiplicará por cuatro (de 8,4 GW a 36,8 GW). La solar termoeléctrica, dentro de sus cifras relativamente modestas, ganará peso (de 2,3 GW a 7,3 GW) para servir de refuerzo en las horas de más demanda cuando se ha puesto el sol. La termoeléctrica es más cara que las dos anteriores pero permite almacenar energía durante unas 11 horas. Por la misma razón se prevé un aumento de la energía de bombeo, que pasará de 4,3 a 4,8 GW. Las puntas de demanda más imprevistas serán cubiertas por las centrales de ciclo combinado, que se pueden arrancar de modo instantáneo. Mantendrán el mismo peso que en la actualidad (27 GW). La seguridad de suministro está asegurada porque el total de la potencia instalada pasará de 113 GW a 156 GW.