Sin niños no hay relevo generacional, no se puede mantener la población ni servicios básicos como los colegios o las guarderías. Lo saben bien en Capilla, al sureste de Badajoz, que hace cinco año tuvo que cerrar su centro, un colegio rural agrupado, por falta de menores. La última niña que nació en el municipio tiene ahora 9 años, el tiempo que hace que no oyen el llanto de un recién nacido en esta localidad.

Apenas hay 13 menores de 15 años que para ir al colegio se desplazan a Peñalsordo --a tres kilómetros de distancia-- y para el instituto, a Cabeza del Buey. "Son como los niños de todos los vecinos, porque la gran mayoría son mayores, tenemos un anciano que hace poco cumplió 103 años", señala la alcaldesa de Capilla, Alfonsa Calderón. "Es una pena y me da miedo pensar que algún día, si seguimos así, podamos perder nuestro pueblo". Hace décadas llegó a superar los 600 habitantes y casi todos los años ha registrado algún nacimiento, hasta hace prácticamente una década que cambió la tendencia.

Pero todavía no parece todo perdido: hace poco más de un año una familia de cuatro personas se trasladó a vivir a esta localidad y ahora la niña más pequeña del pueblo tiene seis años. Todo un logro. "Hay otras dos personas de Madrid que se van a empadronar también ahora aquí porque les ha gustado mucho el pueblo", cuenta.

La situación de Capilla no es exclusiva, aunque sí es el único municipio de la provincia de Badajoz que no tiene niños pequeños. En la provincia de Cáceres hay otros seis pueblos que se encuentran en la misma tesitura: Benquerencia, Campillo de Deleitosa, Descargamaría, Pedroso de Acim, Salvatierra de Santiago y Santa Marta de Magasca. En ninguno de estos residen menores de cuatro años y hay casos en los que no vive ningún menor de 19 años, como es el caso de Campillo de Deleitosa.

De todas estas poblaciones la que registra mayor número de habitantes en general es Salvatierra de Santiago, con 239 vecinos, de los que solo dos de ellos tienen menos de 14 años. Es la peor cara de un problema demográfico aún más difícil de solventar en estos pequeños municipios y que evidencia el camino de otros muchos.