No nacen apenas niños (hay unos 50 pueblos en peligro de extinción), muchos jóvenes se marchan por falta de trabajo (a otras comunidades, a otros países) y cada vez hay menos inmigración por el mismo motivo: el deteriorado mercado laboral. Hay colegios rurales que deben echar el cierre; emprender en un negocio, aventurarse como autónomo, resulta un batalla; y los pueblos irremediablemente envejecen. Existen medidas proyectadas, algunas ya implantadas, ahora al reto demográfico se le llama la España vaciada, y está en los debates, en la agenda del día, en la lista de principales preocupaciones -al menos aparentemente-, se ha hecho hasta una manifestación en Madrid, pero la realidad apenas cambia. Lo dicen los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE): Extremadura vuelve a perder población con respecto al año anterior, concretamente 5.865 habitantes en relación a 2018. Cierto es que resulta una reducción menor si se compara con el periodo anterior (entre 2017 y 2018 se contabilizaron casi 7.900 extremeños menos, una de las diferencias más altas), pero la sangría es un suma y sigue. Llueve sobre mojado.

Con fecha a 1 de enero de 2019, las cifras dicen que en la comunidad viven 1.066.998 pesonas (673.381 en la provincia de Badajoz y 393.617 en la de Cáceres). Ese censo supone el número más bajo desde el año 2000. En ese momento la curva demográfica empezó a crecer hasta que llegó a su máximo en 2011. Pero a partir de ese pico la evolución cambió; los resultados son siempre negativos con respecto al periodo anterior.

La consecuencia es que en la última década la comunidad se ha quedado sin 35.400 personas (una bajada del 3,3% con respecto a 2009). Equivalente a por, ejemplo, eliminar el municipio de Almendralejo.

LA EDAD COMÚN / Las cifras del INE también reflejan que el grupo de edad más numeroso ahora mismo en Extremadura se encuentra entre los 50 y los 54 años (suman 86.259 personas), mientras que, por ejemplo, bebés y niños de entre 0 y 4 años hay prácticamente la mitad (49.100). Otro dato curioso es que viven 383 extremeños que tienen 100 o más años.

La estadística también analiza la edad de los habitantes en función del tamaño del municipio. Por ejemplo, en los pueblos cacereños de menos de 100 vecinos la media es la más elevada de toda Extremadura, llegando a los 56,5 años. La más baja se registra en localidades pacenses de entre 50.001 y 100.000 moradores. En esa horquilla entra Mérida, que resulta la localidad más juvenil.

LOS EXTRANJEROS / Asimismo, apenas un 3% de las 1.066.998 personas que viven en Extremadura son extranjeras. Ese porcentaje también ha caído en los últimos años debido a que muchos inmigrantes (sobre todo de Sudamérica) han regresado a su lugar de origen por la falta de oferta laboral y a que otros han dejado de venir precisamente por la misma causa. Actualmente, Rumanía es el país que cuenta con más presencia en la región: suman más de 8.000 dentro de este colectivo. En segundo lugar está Marruecos, con 7.202 habitantes; en tercer lugar, Portugal, con 3.140, básicamente por la cercanía de la frontera (esta población se concentra sobre todo en Badajoz y los pueblos de la Raya). A continuación se sitúa China, que es la única que ha mantenido el crecimiento en estos años de crisis económica, con 1.675 personas; le siguen Brasil, con 1.401; y Colombia, con 1.149, que cierran la lista de los más llamativos.

Esta población ayudó y sigue ayudando a que la natalidad suba en Extremadura. Pero su presencia ahora es menor.

Lo cierto es que hay pueblos en los que ver a niños jugar en la calle es básicamente una utopía. Y los datos ratifican el problema. Este año, durante el proceso de matriculación de cara al próximo curso, ha habido casi el doble de plazas escolares que menores de 3 años. Sobran pupitres vacíos en los colegios de la región. El reto demográfico sigue latente.