Niños con un entorno familiar desestructurado --en los que a veces se producen actos delictivos-- donde los padres no le dan la importancia que debieran a que sus hijos vayan al colegio. En clase tienen pocos compañeros, apenas una decena --o menos-- por aula, y todos llegan al colegio con una mochila cargada de problemas. No es fácil la convivencia y ejercer de profesor es un reto diario. "Los alumnos tienen una infancia compleja y no conocen otro mundo más allá del que ven en su barrio o en su casa". Lo cuenta María del Mar, una docente que ha estado seis años en el Antonio Machado de Mérida (ubicado en el entorno de La Paz), un centro catalogado por la administración como de 'Atención Educativa Preferente'. Entre colegios e institutos existen un total de 24 en Extremadura con esta distinción (11 en la provincia de Badajoz y 13 en la de Cáceres).

Según la Consejería de Educación y Empleo de la Junta, la catalogación de CAEP es una "estrategia para facilitar una atención singular a la población escolar inmigrante y/o que reside en zonas deprimidas o marginales, de forma que se garantice el derecho de acceso y permanencia en el sistema educativo extremeño en condiciones de igualdad, desde un planteamiento claramente compensador y de discriminación positiva".

Al margen

Esa es la teoría, pero en la práctica la experiencia de María del Mar (que prefiere no dar sus apellidos) abre el debate sobre si estos centros deberían existir. "La Junta pone en marcha un colegio en un barrio complicado para dar servicio a esos ciudadanos. La intención es positiva. Pero la realidad es que al final a ese centro sólo llegan los niños del entorno, y todos con su propia problemática, de manera que no se produce una integración real en la sociedad, al final siempre quedan al margen de ésta", explica esta docente.

Alfredo Aranda, del sindicato de educación PIDE, abunda en esta idea: "Si tú en una clase de 25 tienes a cinco de procedencia sociocultural complicada, pues no pasa, pero si son los 25 pues entonces sí hay un problema". Y añade: "Obviamente ningún padre quiere llevar a su hijo a un colegio o un instituto así, y yo soy el primero que lo entiende, pero al final lo que tenemos son centros que agonizan y otros que están hasta arriba porque no se hace una división adecuada".

La compensación

La manera que tiene la Administración regional de compensar a estos centros 'especiales' es con un "exceso de recursos", según opina la docente del Antonio Machado. "Hay días que somos más profesores que alumnos", subraya.

Desde la Consejería de Educación y Empleo de la Junta indican que estos colegios e institutos disponen de una "asignación económica extraordinaria y una dotación de recursos personales también extraordinarios".

"Es cierto que, por otra parte, --continúa-- todos los niños tienen becas de libro y de comedor y la comida es fresca todos los días, algo que no ocurre en muchos colegios", asegura.

Y apunta que el principal problema al que se enfrentan los profesores en situaciones como la suya en su labor del día a día es el absentismo: "Puede haber unos 15 alumnos matriculados por clase, pero luego sólo van diariamente entre cinco y ocho".

Ejercer en uno de estos colegios o institutos catalogados por la Administración regional como de 'Atención Educativa Preferente' supone para los docentes ganar más puntos para poder cambiar después de centro.

Tres una experiencia de seis años, María del Mar ha decidido pedir traslado a otro colegio. Y se marcha del Antonio Machado de Mérida con una conclusión clara: "Si un colegio tiene ocho alumnos por aula, yo lo cerraría y ubicaría a esos niños en otros donde se mezclaran con otro tipo de ambiente y de esa manera, de verdad, existiera integración".