Enseñarles a salir de la habitación cuando se produzca un acto violento, disponer de una estancia segura en la casa (con cerradura y teléfono), acordar una palabra o gesto clave para que la madre sepa decirle al hijo cuándo pedir ayuda, explicarles cómo ponerse en contacto con la policía, hacerles entender que no deben usar el teléfono si les ve el agresor y que deben dejarlo descolgado por si el agente no ha entendido bien el mensaje, devuelve la llamada y crea una situación más peligrosa... Son algunas de las recomendaciones para niños y adolescentes que contempla el Ministerio del Interior dentro del protocolo de violencia de género. Además, aconseja que éstas se pratiquen con los hijos «para que lo hagan con destreza». Desde el Gobierno central se les llama «medidas de autoprotección», lo que implica, inevitablemente, que los menores adquieren una parte de responsabilidad a la hora de afrontar situaciones de malos tratos en su propio hogar.