El nicho ecológico académico del doctor Pelegrina se encuentra en Chile, donde es miembro, entre otras instituciones, de la Academia de Medicina. En el país andino, en los años 60, era habitual la participación de dos filósofos en las sesiones clínicas de Psiquiatría. Años antes, Hector Pelegrina Celtrán (Mendoza, Argentina, 1936), decidió una mañana no regresar a la Facultad de Filosofía de Cuyo porque le absorbía tanto que «corría el riesgo de no licenciarme en medicina», confiesa este catedrático, psiquiatra y escritor, alumno de López Ibor, «el viejo», —como él lo distingue de las nuevas generaciones—, y el filósofo vasco Xavier Zubiri.

Para él, el alumno aventajado de Ortega y Gasset y Heidegger «es, de lejos, el filósofo español más importante de todos los tiempos» quizá «porque Zubiri se formó a nivel profundo en todas las ciencias básicas, desde las Matemáticas hasta la Biología». «No se puede estudiar la filosofía —mantiene— sin conocer en profundidad las ciencias, del mismo modo, que no se puede estudiar ninguna ciencia en particular sin la reflexión filosófica». También en Psiquiatría «es fundamental tener una cierta noción de los problemas filosóficos del hombre». Desde hace más de 30 años, Pelegrina es miembro del Seminario de Investigación Filosófica de la Fundación Xavier Zubiri en Madrid.

El psiquiatra parafrasea a su maestro cuando dice que «la consciencia no existe; hay actos conscientes pero la consciencia en sí no existe».

Pelegrina conoció España 1966 cuando llegó a Madrid para estudiar un posgrado en Psiquiatría. Tras su primer año en la capital con López Ibor y Zubiri, realizó un segundo posgrado sobre Antropología en Navarra, bajo la supervisión del profesor Soria Ruiz. Esos dos años fueron fundamentales en la relación que estableció el psicoterapeuta con España de la que se enamoró por poseer «la luminosidad de la alegría de vivir». En 1972 abandona Chile y fija definitivamente su residencia en Madrid, donde comienza a trabajar como profesor adjunto del Departamento de Psicología, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma.

El doctor defiende el amor y ataca la adoración «porque ciega y ésto no es sano». Asevera con rotundidad que «la felicidad no existe» tan solo «es un estado». Lo que sí existe «es la plenitud como despliegue y desarrollo activo». En este sentido, «la vida de un hombre de 70 años «es mucho más plena que la de un joven de 17, sin duda alguna».

El pasado año, el catedrático publicó en la editorial argentina Polemos su último libro, Psicopatología regional. Logopatías y Timopatías, un estudio de psiquiatría escrito para sus colegas, incluso para estudiantes, también para neurólogos y, en menor medida, para médicos generalistas.

Para su autor, el libro aporta fundamentalmente dos cosas: Una clara definición, no sólo nominal, de lo que es la patología psíquica y también la definición de dos tipos de enfermedades concretas: la neurosis y la psicosis.

Autor de numerosas ponencias y estudios, en 2006 publicó Psicopatología general, fundamentos antropológicos de la Psicopatología, en la editorial madrileña Polifemo.

Ahora, Pelegrina y su esposa, la reputada abogada medioambientalista María Ángeles López Lax, están creando «su nicho ecológico» en Cáceres, aunque ella lleva viviendo en la región desde hace dos años.

Pelegrina ha entrado en contacto con el decano de la Facultad de Medicina de Badajoz, el catedrático en psiquiatría Francisco José Vaz Leal, y próximamente concertará una entrevista con su homólogo en la Facultad de Filosofía en Cáceres para ir formándose un «nuevo nicho académico».

También trabaja para la «creación en la región de un grupo de trabajo y análisis sobre la situación de los superdotados porque viven un gran problema y éste depende mucho de la actitud de la sociedad y la escuela con ellos». Según los datos del psicoterapéuta, «sólo el 5% de las personas superdotadas llegan a la universidad». El resto está abocado al fracaso y eso «es una pérdida enorme para ellos mismos, pero también para la sociedad». «Su problema es que padecen una disintonía en la maduración: No alcanzan al mismo tiempo la maduración afectiva que la abstracta»

Según su dilatada experiencia como psiquiatra —hasta julio mantuvo abierta su consulta en Madrid—, «las fobias son la patología más frecuente de cuantas existen» quizá porque «se puede ser fóbico a cualquier cosa». En este sentido, lo primer que tiene que hacer quien la padece «es asumir su problema y, a continuación, comprobar si tiene que ver o no con la realidad». «La gente cree que las fobias guardan relación con traumas previos, pero no es cierto».

A este psiquiatra, catedrático, filósofo y escritor, la muerte por la realización de un selfie «es de las estupideces humanas que más me sobrecogen». También tacha de estulticias «la inteligencia emocional y la autoestima», a las que califica como «inventos de mercado».