Falta material de protección y faltan pruebas de detección del covid-19 para el personal más expuesto, los trabajadores de los hospitales. Es la denuncia de dos celadores extremeños infectados que llevan en cuarentena más de diez días tras tener los primeros síntomas asociados al coronavirus. «Cuando comenzamos con tos y fiebre nos dijeron que nos fuéramos a casa, que nos aisláramos durante 14 días y que nos harían la prueba para confirmar. Pero aquí hemos estado esperando y esperando un día tras otro y nada. Hemos tenido que pasar un calvario, una auténtica odisea, para que nos hicieran las pruebas», relata uno de los celadores, que prefiere ocultar su nombre por temor a reproches.

A base de insistir, consiguieron cita para hacerse el test rápido, pero «no tengo coche y también me negaban esa posibilidad en el hospital si iba andando. Me llegaron a decir que me buscara un coche, que lo pidiera prestado», lamenta. Así que he tenido que llamar, insistir mucho, sufrir una crisis de ansiedad y al final acudir a riesgos laborales del hospital para poder hacerme por fin la prueba». Tras más de diez días de aislamiento, ambos se sometieron a la prueba PCR y les acaban de comunicar que, como sospechaban, son positivos. Tienen coronavirus. «Y como nosotros, hay muchos más compañeros que están pasando por la misma situación, con síntomas y sin poder tener acceso a la prueba o al test rápido».

Con su historia quieren advertir del peligro de la ausencia de las pruebas a los profesionales sanitarios. «Si no hubiera peleado para que me hicieran la prueba, habría tenido que volver al hospital a trabajar a los 14 días. A lo mejor ya no tendría síntomas, pero seguiría siendo portador del virus, es un peligro tanto para el resto de trabajadores como para los pacientes», avisa. Por eso reclama que es necesario efectuar los test a todos los trabajadores de los hospitales sin excepción.

Por fortuna, la situación de ambos no es grave y solo tienen que permanecer en aislamiento domiciliario al menos otros 14 días más. Luego tendrán que volver a repetirse la prueba para saber si están ya curados. Sus síntomas comenzaron a la salida del hospital y son los más comunes: febrícula, tos, cansancio, dolor de cabeza, pérdida del gusto y del olfato... «Me puedes poner caviar o huevos fritos que no lo voy a distinguir», ironiza mientras reconoce que también siente miedo «porque no sabes cómo puede evolucionar la enfermedad».

Con su experiencia quiere reclamar más medios también para su colectivo, los celadores, «que somos los apestados, estamos trabajando sin medios y obligados a recibir y trasladar a los pacientes con una simple mascarilla quirúrgica y unos guantes». Advierte que solo en un hospital de Cáceres hay más de 40 celadores de baja.