La sanidad extremeña presenta importantes déficits en cuanto a dotación de especialidades y personal sanitario para atender las que existen, situación que la Junta de Extremadura heredó del Insalud al asumir las competencias sanitarias.

De este modo, si la cartera de servicios para el Sistema Nacional de Salud está integrada por 116 especialidades, en Extremadura sólo funcionan 92. Aunque resulta indudable que no en todas las regiones tienen que existir todos los servicios, ya que hay algunos que son utilizados por muy pocos pacientes o necesitan una dotación humana y material elevada que sólo se justifica para una demanda alta, hay otras especialidades que sí serían plenamente viables y eficientes en la región.

En un informe del Ministerio de Sanidad se recoge que Extremadura carece, en cuanto a infraestructuras, de hospitales de día de Psiquiatría y Cirugía. En equipamientos brilla por su ausencia el arco multifuncional de Rayos X y la Litotricia, dentro de un panorama general de escasez. Respecto al área quirúrgica, se hecha en falta una Unidad Torácica.

Mientras, en servicios especiales faltan unidades de Cuidados Paliativos y Reproducción Humana, y bancos de huesos, piel y semen. También se carece --en servicios centrales -- de Farmacología Clínica y Riesgos Laborales, y en docencia, de una Unidad de Cirugía Experimental.

Sin embargo, es en las técnicas diagnósticas y terapéuticas donde se produce el mayor vacío: no existen servicios de trasplantes de corazón, hígado, páncreas o pulmón, ni inseminación artificial, fertilización in vitro, interrupción voluntaria del embarazo, genética molecular, densitometría ósea, braquiterapia o radiocirugía.

Por lo que se refiere al número de especialistas por 100.000 habitantes, la región está muy por debajo de la media nacional en 39 de las 48 especialidades del Sistema Nacional de Salud. Aunque la lista es larga, valga como muestra que Extremadura, sólo para igualar la ratio española necesitaría unos 130 especialistas. Además, existen carencias en disciplinas como anestesiología, oftalmología o traumatología, que son las que inflan la lista de espera.