Posiblemente sus vidas no se crucen nunca más. Casi con seguridad. Entre otras cosas porque no hubo ni señas, ni teléfonos ni tan modernas redes sociales después de tanto susto en el cuerpo. Pasó todo en quince minutos. Pudo ser una tragedia de esas que abren los telediarios al mediodía, pero lo evitó un almendralejense. Su nombre es Jorge García y el pasado domingo salvó la vida de Mercedes, una mujer "que debe rondar los 45 años", dice nuestro protagonista. "Sólo conozco su nombre y que es de Sevilla", nos relata con pasmosa tranquilidad. A ella no le dio ni siquiera tiempo de agradecerle que, en apenas unos instantes, le había salvado la vida.

El suceso hay que situarlo en el Cerro del Hierro, un precioso paraje situado dentro del Parque Natural Sierra Norte de Sevilla, a unos veinte kilómetros de la capital hispalense. Fue una zona explotada como mina en el pasado y ahora declarada como monumento natural. Por allí se acercan cada fin de semana cientos de turistas para practicar el senderismo y la escalada. Allí estaba Jorge, propietario de Aventura Extrema, una empresa dedicada a las actividades de riesgo y aventura. Había proyectado una sesión de escalada con 14 clientes que acababan de terminar la jornada de mañana. Pasaban las dos y media de la tarde. Al acercarse a la zona de aparcamientos, algo le sobresaltó. Una joven corría desesperadamente a gritos de "ayuda, ayuda", totalmente histérica y en llanto. "¡Mi madre está a punto de caerse por un barranco!", gritó. Y Jorge no se lo pensó. Salió corriendo a la boca del barranco y vio a Mercedes, que tras resbalar se había quedado colgando del barranco agarrada por dos pequeñas ramas que sujetaban su cuerpo. "Aquello es una antigua mina de hierro, con muchos túneles. Se quiso asomar tanto para hacer una foto que, en un despiste, resbaló y se cayó". Malditas redes sociales. "Tuve suerte de que iba bien equipado porque acabábamos de terminar nuestra escalada. Fijé mi posición, la anclé bien, le puse unos arneses y le rodeé con una cuerda improvisada para que se fijara a mí". Debajo de ellos, un barranco de más de 40 metros al vacío. "No fue difícil, pero claro para ella fue de infarto. Apenas podía hablarme y yo trataba de tranquilizarla. En cinco minutos me hice con ella. Lo más complejo fue tener que cogerla casi en vilo en el aire. Estaba tan asustada que no tenía fuerzas". Mercedes había visto la muerte más de cerca que nunca. "Me abrazó tanto que casi me rompe el cuello después", bromea Jorge que nos cuenta la historia con una frialdad que asusta. ¿Y después? "Nada. Tenía a mis clientes esperando. Le di dos besos a sus familiares, me dieron las gracias y me vine casi corriendo para no perder tiempo". Así, sin más.

Lo que para cualquiera es un acto de superhéroe, para Jorge fue una aventura más. "He tenido misiones más difíciles y he tenido que rescatar a gente medio muerta e inconsciente en otros países del mundo". A sus 30 años, es técnico deportivo de montaña y escalada, fue integrante de la Selección Extremeña de Alpinismo y profesor del mismo combinado durante varios años. Cuenta que en Perú salvó más vidas en situaciones mucho más esperpénticas. "Tuvimos que bajar a un amigo medio moribundo de 5.000 metros de altura, con el bazo para reventar. Una locura". Ha estado en media Europa, América y Africa. Bajó a un hombre de una pared de 300 metros en la sierra de Huesca, con la mano rota. Y un sinfín de historias que hacen que la del pasado domingo sea una anécdota más. Un héroe casi por accidente.