Hilario Miguel reside en Puebla de Argeme, tiene 61 años y lleva cultivando tabaco en Coria prácticamente toda su vida. Con tan solo 8 años ya echaba a mano las semillas de tabaco en los cultivos de su padre. Desde siempre, decidió continuar con esta actividad agrícola por la que ahora también ha apostado su hijo, quien cuenta en su currículum con una carrera de empresariales, pero que ante las circunstancias actuales, ha decidido dedicarse al mundo agrícola, junto a su padre y su madre. Los tres, como autónomos, mantienen a flote una actividad más cómoda que hace años por la maquinaria moderna, pero azotada por los bajos precios del mercado y agravada por la posible suspensión de ayudas tras la reforma de la PAC.

Hace más de dos décadas cosechaba tabaco negro, pero con el tiempo optó por el cultivo de tabaco rubio Virginia. En estos días, junto a su hijo y otros siete empleados, recoge el cultivo que sembró a mediados de agosto sobre seis hectáreas de su propiedad. "Recogeremos 20.000 kilos de tabaco" comenta. En los últimos años ha logrado mantener una de las mayores producciones de tabaco que aún sobreviven en el Valle del Alagón, pero asegura que tendrá que dejar de sembrar si las industrias tabaqueras siguen comprando a bajo precio. "Ahora no se saca ni para cubrir gastos". De hecho, explica que un agricultor percibe una media de 2 euros y 10 céntimos por kilo de tabaco cosechado, pero "nos cuesta más o menos eso producirlo, e incluso por encima", dice. En su opinión, las industrias deberían de pagar el kilo como mínimo a 2 euros y 50 céntimos. "Es la única manera de que sea rentable".

A esto se une las nuevas restricciones europeas. "Todo lo que sea prohibir es malo para los cultivadores de tabaco". Por ello, aprovecha para pedir a las autoridades que luchen al máximo por mantener las ayudas y salvar a las 20.000 familias extremeñas viven de este cultivo.