Tomás García Verdejo era un hombre cercano, familiar, solidario y profundamente apreciado por todos los que le conocían. Su mujer, Puerto, es enfermera en el hospital de Plasencia, y hasta allí llegó ayer el dolor por su muerte. Cuentan sus amigos que sus hijas Laura y Elena, de 27 y 25 años, tenían una relación muy especial con su padre. Era maestro y en el ejercicio de su profesión había llegado a dirigir los colegios de Las Casas del Castañar y El Pilar de Plasencia, antes de llegar a la Dirección General de Calidad y Equidad Educativa de la Junta.

Su espíritu solidario le llevó a ser el fundador de la asociación de diabéticos de Plasencia. La que hasta hace pocas semanas era la presidenta, Sofía Dávila, no daba crédito ayer a la triste noticia: "Estamos consternados porque se nos va un amigo, una persona entrañable".

Incansable en su dedicación al trabajo, pero también con los que le rodeaban, Tomás García destacaba por su sencillez y por el que recuerdo que dejaba en quienes le conocían. "Nos dio pena que se fuera a la Dirección General porque le dio mucha vida al colegio del barrio", decía ayer el presidente de la asociación de vecinos de El Pilar, Juan Pablo Castiñeira.

La muerte de Tomás ha sido un golpe muy duro. Pero el dolor no viaja solo. Su familia ya sabe lo que es perder a un ser querido en un accidente. La hermana pequeña de García Verdejo falleció hace unos años cuando viajaba desde Plasencia a Madrid.