TOtrganizaba viejos papeles esta mañana, cuando han aparecido, como por embrujo, unos apuntes de hace diez años que tenía por olvidados. Por entonces, yo estudiaba en la universidad de Badajoz y acababa de matricularme en una asignatura de las llamadas de libre elección, con el sugestivo nombre de 'Hombre y Dios'. Algún compañero me la había recomendado por interesante y, muchos otros, por fácil de aprobar. La elegí por un equilibrio de sendos motivos.

Todas aquellas materias giraban en torno a la relación histórica del Hombre con Dios, unas veces, entendido como ser supremo y, otras veces, como simple invención humana, dependiendo de la época, del encuadre geográfico y de la vertiente religiosa o científica que determinara el estudio. Aquella disquisición me interesó durante algunas semanas, sobre todo porque el profesor que nos impartía la asignatura me pareció desde el primer momento un hombre de fe pero extrañamente objetivo en sus planteamientos y, además, porque fue la primera vez, después de algunos años de asueto religioso en mi vida, que alguien me hacía plantearme seriamente las muchas caras de Dios, no sólo la cristiana.

Pues bien, esta mañana han aparecido algunos de aquellos apuntes. Concretamente, los que trataban sobre el Islam y su historia. Y me he sorprendido a mí mismo encontrándolos muy interesantes y redescubriendo algunas palabras que ya estudié en aquellos días. Palabras de actualidad como Alá, Jerusalén, Corán, Chiítas, Sunnitas, Kurdos... Términos que, desde entonces, he vuelto a escuchar casi exclusivamente en los telediarios y la prensa, referidos la mayoría de las veces a un conflicto bélico y de creencias entre oriente medio y occidente. Una forma interesante de ahondar en una fe que a mí me habían explicado, hace diez años, con cercanía y ecuanimidad, es decir, de una forma muy alejada de la exclusión y el terror con los que se nos suele presentar en nuestros días.

XNO QUERIAx dejar pasar la oportunidad que el reencuentro de estos apuntes me ofrece y, releyéndolos, diez años después, he decidido aprovechar el espacio que este periódico me brinda cada domingo para, al menos por una vez, hablar de religión, más en concreto del Islam, una creencia tan desconocido, tan mal interpretado y hasta tan injustamente temida por ciertos sectores, cada vez más amplios, de la cultura occidental y, en particular, de la población cristiana. Algo con lo que --valga la expresión en todo su significado-- yo no comulgo.

Resumo el qué y el cómo de la forma más sencilla: Año 570, Mahoma nace en La Meca. A sus cuarenta años, en el 610, tiene una visión de Alá, que le proclama como su mensajero. Año 622, Mahoma huye a Medina, amenazado por una muchedumbre que lo acusa de falso profeta y de loco. Diez años después, en el 632, Mahoma muere en Medina. Año 650, se escribe el Corán, libro sagrado de los musulmanes que reúne los mandatos y enseñanzas de Mahoma. Hasta la actualidad, el Islamismo se ha expandido por todo el mundo en distinta proporción y también se ha dividido en dos grandes ramas, los Chiítas y los Sunnitas. Es actualmente la segunda religión con más fieles del mundo, después del Cristianismo.

Y me hace gracia y, a la vez, me da pena la corta visión espiritual del homo sapiens, este hombre moderno que cree saber de todo y ni siquiera se toma tiempo en su día a día para conocerse, respetarse y amarse a sí mismo y a sus semejantes. Hay apenas 500 años de diferencia entre las dos religiones mayoritarias del planeta. Dos religiones casi paralelas, casi hermanas, con un dios, un profeta, un libro sagrado y una división interna entre sus fieles. ¿Nadie se da cuenta que es absurdo todo esto?, ¿Nadie se da cuenta que una religión explicada desde la infalibilidad de un Dios y el mandato supremo de la perfección y el amor no debería terminar jamás generando ninguno de sus antónimos entre quienes la practican?, ¿Nadie se da cuenta que sólo hemos propiciado con nuestras fes contrarias una historia de muchos siglos de guerras, muertes, incomprensiones y animadversiones mutuas sin sentido?

XDESPUES DEx esta lista objetiva de datos, sólo se me ocurre lanzar dos preguntas, no sé si absurdas o hasta irónicas, que me hago desde hace mucho tiempo a mí mismo: ¿Tanta diferencia hay entre Cristianismo e Islamismo?, ¿De verdad tiene sentido dividir el mundo entre occidente y oriente, siendo este un planeta redondo, con un aire único para la respiración de todos y con un Dios, en el caso de que exista, común para todos?

Recuerdo, vagamente, que aprobé con buena nota aquella asignatura de 'Hombre y Dios'. En Dios, diez años después, sigo sin creer. En el Hombre, salvo dignas excepciones, cada día creo menos.