Mientras sus compañeros asisten en el aula a Educación para la Ciudadanía, él está en el patio del colegio, repasando contenidos, adelantando trabajos y deberes o tratando de pasar el tiempo de la forma más entretenida posible. Estudia sexto de Primaria en un centro público de Badajoz y es objetor a la asignatura. Objetor 100%, porque no entra a esa clase.

Su madre, para preservar su identidad e intimidad, teniendo en cuenta que es menor de edad, prefiere no dar nombres, ni a nivel personal ni del centro. Pero lo cierto es que el niño es un caso particular en el movimiento de objeciones a esta materia. Mientras la mayoría de los colegios e institutos ofrecen a este tipo de alumnos un aula o la biblioteca, con la presencia de un profesor, para que pasen en ellas las horas lectivas de Educación para la Ciudadanía, él lo hace en el patio o en los pasillos --en función de la climatología-- acompañado de su madre. Ella dice que el centro no les ha dado otra solución. Ni aulas ni biblioteca. La dirección del colegio, por su parte, esgrime que han sido los propios progenitores los que se han decantado por esa opción, entregando un documento en el que asumen la responsabilidad de llevarse al alumno "a su casa o permaneciendo dentro de las instalaciones. De lo contrario, no se habría permitido que el niño estuviese en el patio. Le habríamos asignado un aula bajo atención de un profesor de guardia".