La hostelería de la región teme por su futuro tras decretarse el toque de queda que les obliga a bajar la persiana a la medianoche y a no admitir a nuevos clientes a partir de once de la noche, cuando en un fin de semana ordinario apenas estarían empezando a servir las primeras copas. Es una restricción sobre la limitación de horario que ya tenían desde finales de agosto, pero la mayoría de los negocios consultados por este diario temen que la medida pueda suponer «la puntilla» a aquellos que arrastran cuatro meses al mínimo tras otros tres cerrados. En la restauración confían en poder amortiguar la caída si mantienen cañas y comidas o si la gente se anima a salir antes de cena. Pero todos dan por perdida la campaña de eventos ligados a la Navidad.

«El ocio nocturno está liquidado, pero el resto del ocio también, porque la gente se va a retraer más. No van a cambiar de la noche a la mañana hábitos. No se va a salir más temprano», argumenta César Martín Clemente, presidente de la asociación de empresarios de hostelería de la provincia de Cáceres (Aecahtur). Aunque da por perdido el pico de actividad ligado a comidas y cenas de empresa, confía en que si la situación mejora en el próximo mes se puedan flexibilizar las limitaciones en diciembre, salvar algo y aliviar la situación del sector. «El que puede está tirando de sus ahorros. Pero muchos han tenido que recurrir a créditos ICO para mantenerse y ahora no saben cómo van a pagar cuando termine el año de carencia», recuerda.

«Espero que el propósito sea limitar la actividad en el mes de noviembre para poder respirar un poco durante la Navidad, porque cada restricción es una estocada más y hay muchos compañeros que ya están poniendo el cartel de ‘se traspasa’ a sus negocios porque no pueden asumir las pérdidas más tiempo», dice también Laura García Lara, gerente del gastrobar Carmen y responsable de la asociación de hosteleros de Badajoz. Recuerda que muchos negocios no lograron superar ya el parón del primer estado de alarma y (aunque ahora no se ha decretado un cierre como entones) temen las nuevas limitaciones y la incertidumbre que rodea a su actividad. «Somos conscientes de que hay una pandemia. Y si cerrar antes ayuda, lo asumimos y cerramos. Lo que sea necesario. Pero tiene que venir acompañado de ayudas. Porque no podemos estar trabajando la mitad y asumiendo los mismos gastos» razona la empresaria.

Puente de los Santos

Los hosteleros no han podido ver aún sobre el terreno los efectos del toque de queda derivado del estado de alarma que se ha declarado a través del Real Decreto 926/2020, porque ambos entraron en vigor en la medianoche del lunes, un momento de escasa actividad en el sector. Sobre el papel, la nueva restricción supone adelantar en una hora el horario que tenían autorizado desde finales del mes de agosto, cuando el avance de la segunda ola ya llevó a la Junta de Extremadura a limitar el horario de los locales de copas hasta la una de la madrugada, con el fin de limitar la actividad social. La nueva restricción se pondrá a prueba el próximo fin de semana, con el puente de los Santos y las fiestas de la noche de Halloween. Y las perspectivas económicas para los empresarios son mínimas.

«Mañana (por hoy) nos reuniremos los tres socios para evaluar si mantenemos o no la fiesta y también para ver cómo vamos a afrontar las próximas semanas; si abrimos, qué días y con qué horario», dice Floren Pérez, del Calle Abajo, que abrió en Badajoz hace justo un año. «Seguimos abriendo porque los tres socios tenemos otros trabajos con los que podemos vivir. Pero no puedes estar metiendo dinero permanentemente a un negocio que no da rentabilidad», reconoce. De hecho, ha dejado en este año dos de los tres locales que gestionaba. «La situación para los bares de copas es penosa y seguir va a ser muy complicado», corrobora su socio, David Valero.

«Se traspasa»

José Méndez ha puesto también el cartel de ‘se traspasa’ al Bar Marina de Badajoz, después de 10 años de actividad. No deja la hostelería, pero quiere desprenderse de un local muy grande para regentar uno más pequeño, reducir costes de alquiler y poder gestionarlo de forma familiar. «En el anterior estado de alarma tuvimos que seguir pagando el alquiler porque el dueño del local necesitaba el dinero; pedimos un crédito ICO y ya no podemos aguantar más. No podemos con los gastos y yo tengo ya dos infartos», dice el empresario. «Es un año criminal y sé que no es el mejor momento para el traspaso. De hecho no ha llamado nadie. Pero la decisión está tomada y si no podemos traspasarlo, en diciembre lo dejamos. No podemos entramparnos más», asume.

Fiestas en pisos

La mayoría de los empresarios contactados por este diario asumen que la situación sanitaria obliga a tomar medidas que paren la propagación del covid-19 pero apuntan también a que el sector va a necesitar ayuda. «Son nuestros negocios y es nuestro problema. Vale. Y si tenemos que estar cerrados hasta abril lo hacemos. Pero que al menos no nos cueste dinero», dice Juan Miguel Olmeda, que regenta el Velvet en Cáceres y otros locales en Guadalupe. Además apunta a extremar la vigilancia en el ocio no controlado que teme que se incrementará aún más. «El que esté participando en el ocio no controlado, en fiestas en pisos, lo va a seguir haciendo ahora hasta las seis de la mañana», dice el empresario.