"Necesitábamos algo barato y con infraestructuras. Por eso se contrató a un hotel, le pusimos una valla y lo convertimos en cuartel general". Así resume Eduardo Lobo, capitán del ejército español y enlace en Bamako con EL PERIODICO EXTREMADURA, la transformación que sufrió el hotel donde ahora residen en Bamako, capital de Mali, más de 100 militares, entre los que se encuentran ocho españoles y un extremeño.

La misión EUTM Mali VII tiene en ayudar al ciudadano civil maliense una de sus principales premisas. Por ello, el personal que trabaja en el cuartel militar es autóctono. Natural del país africano. Desde los cocineros hasta los encargados del mantenimiento. "Se firmó un contrato y, ahora el personal militar puede utilizar todas las instalaciones", continúa Lobo. El gimnasio, la piscina, las dos plantas transformadas en habitaciones...

El pasado 21 de marzo, el cuartel de la Unión Europea en Bamako sufrió un ataque yihadista. Fue a la seis de la tarde, mientras algunos soldados jugaban al voley playa, otros permanecían dentro del edificio y otros, simplemente, descansaban en sus habitaciones. "Los testigos recuerdan cómo las balas pegaban en la arena", afirma el capitán Eduardo Lobo. A día de hoy, no se sabe cuántos terroristas participaron en el ataque, ya que aún sigue abierta la investigación por parte de las autoridades malienses. Al menos uno, al que derribaron los militares europeos que se protegieron desde dentro de la base.

El suceso ocurrió un día antes de los atentados de Bruselas, lo que hizo que el ataque al centro militar de la capital maliense pasara casi desapercibido para los medios de comunicación europeos. "Los yihadistas sabían que no tenían probabilidades de éxito", dice Lobo. Se contabilizaron una gran cantidad de impactos de bala en el interior de la base. Aunque no causó ninguna baja. También explotó una granada de mano que dejó un socavón en el suelo.

Las medidas de seguridad, desde entonces, han subido en cantidad y en contundencia. Un soldado franquea la entrada a todos los vehículos que entran en el cuartel, y no resulta extraño ver los alrededores del campo de voley playa con sacos terreros y alambres. Pese a que el riesgo de ataque no es demasiado alto, las precauciones son máximas.