Durante su investigación sobre la represión en la provincia de Huelva, Francisco Espinosa se encontró con la dificultad de encontrar la inscripción de los desaparecidos. "Un decreto de noviembre del 36 abre una puerta para inscribir a los desaparecidos de izquierdas. La gente se había quedado huérfana y no podía certificarlo. Pero era complicado porque pedían tres avalistas para inscribirlos. Otra fuente eran los archivos de la compañía minera inglesa de Riotinto y los registros parroquiales. Llegué a certificar en la provincia de Huelva 4.000 muertos con nombres y apellidos, más que en el Chile de Pinochet. En un trabajo reciente digo que no se incurre en exageración al decir que en Huelva desaparecieron durante la guerra civil más de 8.000 personas".