Durante mis años de mocedad en las tierras cordobesas solía en primavera visitar a unos amigos de mis padres que vivían en el extrarradio de la ciudad en una zona próxima a la ribera del Guadalquivir, que se le llamaba los huertos familiares. Cuando terminábamos de la visita de fin de semana solíamos volver con un canasto repleto de tomates, berenjenas, pimientos y demás hortalizas, y es que los amigos de mis padres tenían un cuidado huerto familiar que cultivaban con atino y por necesidad. Casi envidiaba a los hijos del amigo de mi padre, que se paseaban por el huerto cogiendo aquí un tomate "colorao", allí una berenjena, en otro un pimiento. Todo un viaje iniciador para un niño en las puertas de ser joven. En este mundo hortícola le preguntaba a mi padre por qué no teníamos nosotros un huerto familiar. La respuesta la comprendía años después cuando mi intelecto se desarrolló adecuadamente para comprender algunas ideas de aquellos tiempos de la España autárquica.

Los huertos familiares fue un invento, que al margen de consideraciones socioeconómicas, se establecieron en el febrero de 1952 para familias de modesta economía de posguerra. Se les daba una parcela con una pequeña casa y un terreno para cultivar hortalizas para autoconsumo y el excedente eran vendidas como modo de vida. Poco a poco fueron teniendo una importancia gastronómica, pues eran productos de primera calidad pues se ponía en práctica el eslogan de "del campo a la mesa".

Con el tiempo y la vuelta a considerar que lo próximo, lo que conocemos, lo que nos da la naturaleza directamente sin manipulaciones, es lo que estimamos como bueno o excelente. Así, se ha vuelto a los mercados francos donde el mismo productor es el vendedor, sin intermediarios, pero lo curioso es que muchos restaurantes de los que nos ofrecen la "noveau ciusine" han ido cultivando sus propios huertos que se encuentran en la trasera del establecimiento. Ahora se ha vuelto al huerto familiar, que en este caso no tiene un carácter económico, sino de marketing, de vender lo natural.

HOY DIA en las grandes ciudades los huertos familiares no se encuentran en el extrarradio, sino en las terrazas, en las azoteas, en los balcones y todos aquellos lugares que puedan tener aire y luz. Y son muchos los programas o las páginas web que nos invitan a construir nuestro propio huerto familiar. Lo curioso es que una idea de un tiempo autárquico, hoy en nuestras pobladas ciudades la vendemos como una idea de rabiosa novedad.