En el 2016 el gasto en Investigación y Desarrollo (I+D) en Extremadura no solo no repuntó, sino que protagonizó el mayor descenso de todo el país: un 9%. De 116,5 millones de euros se pasó a 106 millones. La mejora de la actividad económica que se registró el año pasado (el PIB extremeño creció un 2,5% y el nacional un 3,5%) estuvo lejos de traducirse en un avance de la inversión en este capítulo en la comunidad autónoma. Más bien todo lo contrario, la región acabó con los niveles más bajos desde el 2005, cuando fue de 103,2 millones de euros. La disminución del personal que trabaja en estas labores, que cayó de 1.977 a 1.885 personas (-4,6%) —en equivalencia a jornada completa—, terminó de dibujar un desolador panorama para la I+D regional.

En el conjunto del país se totalizó un gasto a 13.260 millones de euros en el 2016, según los datos hechos públicos por el INE, lo que supuso un tímido aumento del 0,7% (88 millones de euros) respecto al ejercicio precedente.

Pocos sectores como los de la ciencia y la innovación han padecido tanto en España los efectos de la crisis. El consenso en torno a la idea de que el conocimiento debía estar en la base de la recuperación económica no se ha llevado luego a las cifras de inversión. Al contrario, España ha estado entre los países donde el tijeretazo ha sido mayor durante la crisis. En el ámbito público, este pasado lunes, la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce) lo advertía: la falta de compromiso del Gobierno con esta materia puede tener graves consecuencias a medio y largo plazo sobre el sistema español de I+D+i. De seguir así, se avisó, la situación puede conducir al colapso de la ciencia en España. Según su datos, desde el inicio de la crisis la ciencia ha sufrido una caída presupuestaria del 35%, lo que supone una pérdida de inversión de entre 15.000 y 20.000 millones desde 2009. «Esta sistemática reducción presupuestaria es, además, totalmente opuesta a las políticas de los países de nuestro entorno que han hecho todo lo contrario: elevar la inversión para salir de la crisis», indicó el presidente de la Cosce, Nazario Martín.

Seis años seguidos a la baja

En España la proporción que supone la I+D en el PIB acumula ya seis años a la baja. En el 2016 fue del 1,19%. A años luz de países como Suecia, con un 3,26%, Dinamarca (3,01%) o Alemania (2,88%), datos todos del 2015. Eso por poner tres ejemplos europeos, porque Israel está ya en el 4,26% y Corea del Sur en el 4,23%.

En Extremadura la proporción de la I+D se sitúa en un 0,6% del PIB, tras enlazar un septenio a la baja. En su mejor año, que fue el 2009, llegó a alcanzar el 0,9%. Lo único bueno que puede decirse de esta ratio es que no es la más bajoa de España. Hay otras tres comunidades donde la I+D tiene un peso aún más insignificante: Islas Baleares (0,33%), Canarias (0,47%) y Castilla-La Mancha (0,57%).

En cuanto a quién ejecuta este gasto, en Extremadura únicamente 20,3 millones de euros de inversión en I+D provienen del sector empresarial, menos de una quinta parte del total. A nivel nacional la proporción que suponen las empresas es muy superior: del 55% si se toma en cuenta cuál es el sector de ejecución y del 44,6% si se considera el origen de los fondos. Y a pesar de ello, un informe de la OCDE de este mismo año subrayaba que «las empresas españolas invierten poco en activos basados en el conocimiento, no sólo en I+D sino también en otras capacidades empresariales que son importantes para la innovación».

Entre otras cosas, este organismo ponía el foco en que «El sistema español de bonificaciones fiscales a I+D es generoso en comparación con el contexto internacional, pero son pocas las empresas que utilizan el sistema, en parte debido a la complejidad de los requisitos administrativos».

Entre lo poco bueno que arrojan las estadísticas del INE está la positiva evolución que en el 2016 tuvo la I+D del alta tecnología, que mejoró tanto en gasto como en número de empresas y personal. En total, este sector en la región lo componen 44 firmas, de las que 37 prestan servicios de alta tecnología y las siete restantes son manufactureras de media y alta tecnología. El gasto conjunto supero los 6,5 millones de euros y la cifra de trabajadores empleados fue de 174.