Ian Gibson, hispanista irlandés autor de más de 20 libros, entre los que destacan las biografías de Lorca, Machado, o Dalí --ahora trabaja en Buñuel--, además de haber tratado la Guerra Civil a través de obras como José Antonio , o Paracuellos , acaba de publicar Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca 1898-1936 , una figura en la que entró con 18 años y que aún hoy ve interminable. De ella y de la memoria histórica habló anoche en el Palacio de Congresos de Badajoz.

Gibson entiende a Lorca como paradigma de la modernidad y vitalidad de los años 20, truncada con la guerra. "Entras en Lorca y no puedes salir porque es la dramaturgia, el teatro, la poesía popular, el surrealismo. Y luego viene la guerra, los 40 años, el exilio y la ruptura cultural, no más grave que los miles y miles de fusilados, pero terrible".

--¿Qué le parece que el juez Garzón deje el sumario contra el franquismo?

--Es un hombre muy inteligente y con experiencia. Creo que es una estrategia. Sabía que tenía pocas posibilidades, pero ha conseguido mucho, que esto esté en la red y se lean los autos en todo el mundo. Yo he leído el último y es de los textos más apasionantes de la España de la guerra, terrible y brillante. Alguien dice que debía figurar como anexo a la Constitución.

--¿Seguirán las exhumaciones fuera del ámbito judicial?

--Esto irá a los juzgados territoriales y algunos se opondrán. Pero aquí hubo un genocido y 40 años de torturas con una iglesia que nunca dijo ni pío y ahora se conoce a nivel mundial. Garzón sabe lo que hace; lo ha soltado antes de que lo declaren incompetente, porque si no esto cae. Lo ha hecho antes, el auto circula fuera y España está en el concierto de las Naciones. Puede opinar el Tribunal de Derechos Humanos, e incluso Europa.

--¿Sabe cómo lo ha recibido la familia de Lorca, que se oponía a la apertura de la fosa?

--Los seis herederos se han opuesto como una piña. Parece que acataban la decisión del juez, pero uno de ellos, Manuel Fernández, ha declarado que hurgar en los restos de Lorca era una profanación. No quieren, pero se debe abrir para tener la seguridad de que está ahí. En la Facultad de Medicina de Granada hay un equipo dispuesto a actuar. Todo estaba preparado, y ahora nada.

--¿Duda de que los restos estén en Viznar? ¿Puede haber datos nuevos, que lo torturaran?

--No tenemos la seguridad. Yo fui conducido allí por el enterrador, Manuel Castilla, en el año 66; iba pálido por llevar a un guiri obvio como yo. Y me mostró el sitio; pudo equivocarse un poco, pero no mucho. ¿Por qué abrir? Porque creo que lo machacaron antes de acabar con él. Puede haber una hebilla, unas balas, algo que ayude a saber cómo fue. Es imprescindible encontrarlo. Tenerlo como un perro en una cuneta aún, es una vergüenza.

--¿Cómo ve la reacción de la derecha respecto a la recuperación de la memoria?

--No quiere que se sepa la verdad, porque hablamos a una masacre, y lo terrible que fue la postguerra. Hay que confrontar la realidad de 50.000 fusilados en un país católico, una matanza atroz que es muy difícil de digerir, por eso dicen que se quieren abrir heridas, pero es que las heridas no se han cerrado nunca.