Juan Carlos Rodríguez Ibarra prometió ayer el cargo como presidente de la Junta de Extremadura en la que será su sexta legislatura al frente del Gobierno autonómico. Poner freno a la corrupción en la clase política, preservar el prestigio de las instituciones, garantizar la lealtad de Extremadura con España, lograr una Administración autonómica más cercana al ciudadano y reforzar las relaciones de la comunidad con Portugal, fueron los ejes sobre los que el mandatario extremeño vertebró su discurso en la toma de posesión, a la que asistió Javier Arenas, ministro de Administraciones Públicas, y en la que estuvo arropado por dirigentes de su partido como José Luis Rodríguez Zapatero, Felipe González, José Blanco y José Barrionuevo.

En su intervención, Ibarra propuso la elaboración de una ley que sirva para evitar que la pérdida de escaños por traición en los partidos políticos disminuya la representatividad obtenida tras los comicios. Una fórmula, matizó, para hacer "inútil la irrupción en la vida de los partidos a quienes en nombre de grupos organizados siguen pensando que un millón de euros vale más que un millón de votos".

El presidente extremeño aludía así a la situación generada en la Asamblea de Madrid, donde considera que a pesar de la sentencia del Tribunal Constitucional que indica que el acta pertenece al diputado, "los votos no, porque los ciudadanos los entregan al partido que representa la lista y no a cada miembro de una lista cerrada". En relación con esta propuesta, Felipe González señaló que las palabras de Ibarra son "certeras y eficaces", por considerar que "elimina la traición radicalmente y es inteligente".

En ese sentido, el mandatario extremeño lamentó que este tipo de traiciones sean la base para que "los dirigentes europeos --caso de Berlusconi y Chirac-- hayan comenzado a tener miedo y a inaugurar un mecanismo sólido de blindaje que avergüenza".

LAS OTRAS CLAVES

Asimismo, Ibarra reiteró la importancia de que existan "voces" autorizadas de los líderes periféricos para garantizar la cohesión nacional frente a la ofensiva nacionalista, pero también reclamó la necesaria colaboración del Gobierno para con Extremadura, además de una plataforma para el "diálogo horizontal" entre las comunidades autónomas y un nuevo Senado que responda eficazmente a la vertebración territorial de España.

En esta nueva etapa, Ibarra abogó por una Junta, más como prestadora de servicio "donde nuestra tarjeta sea el trato que reciben los ciudadanos por los funcionarios. (...) La Administración es la herramienta de la izquierda para transformar la realidad". Para este futuro inmediato, Ibarra mira a Portugal, para involucrar a la sociedad y al empresariado extremeño porque "el mayor conocimiento mutuo se sume en una mayor interdependencia económica, dentro de un marco peninsular en el que jugaremos nuestros hechos diferenciales".