Fue uno los rostros éticos del cine americano. Héroe, comediante, aventurero, es difícil encontrar en su carrera algún papel que desmintiera su apostura moral. Otros actores de su generación hechos del mismo arquetipo de hombres incorruptibles transgredieron en algún momento su imagen (Henry Fonda fue malvado en Erase una vez el oeste y Gregory Peck, en Cielo amarillo o en Los niños del Brazil ). Pero Cooper quedó como modelo de hombre íntegro. Así aparece en dos de las cuatro películas (Juan Nadie y Por quién doblan las campanas ) que componen el ciclo dedicado este fin de semana al actor estadounidense por el centro cultural Capitol de Caja Duero en Cáceres.

En la biografía de Cooper hay rasgos comunes a los de otros millones de norteamericanos. Su procedencia, en este caso inglesa, sus diversos trabajos, sus ambiciones. Tras estudiar técnico agrícola y arte abandonó sus estudios para emprender otro viaje iniciático al Hollywood de los años 20, donde enseguida rodó algunos cortometrajes y apareció como actor secundario de varios westerns.

En 1926 consiguió su primer papel destacado en Flor del desierto y tres años después la popularidad le llegó con El virginiano . Como aún ocurre hoy, sus relaciones con estrellas femeninas de la época marcaron su carrera. Entonces fue decisiva para el auge de su trayectoria la vinculación que mantuvo con Clara Bow, una de las grandes actrices del cine mudo.

Ya en pleno cine sonoro, se convirtió en uno de los actores más taquilleros de Hollywood con Tres lanceros bengalíes . Sin grandes altibajos, sus interpretaciones fueron recompensadas con cinco candidaturas a los Oscar, de las que ganó dos: con Sargento York y Solo ante el peligro . En 1960 recibió una tercera estatuilla de carácter honorífico.

A pesar de su hieratismo, con un rostro poco expresivo, en los últimos años su cara reflejará el dolor de una vejez prematura a causa del cáncer, que lo mató poco antes de cumplir los 60 años, en mayo de 1961.

El ciclo de Caja Duero en Cáceres propone una interesante mezcla del Cooper comediante y del héroe. He aquí los cuatro títulos:

´Una mujer para dos´ . (Hoy viernes). Sorprendentemente para quien lo recuerde en Solo ante el peligro o en Veracruz , dos de los títulos que lo definen como actor, en sus inicios en el Hollywood de la época muda y de los años 30 pasó por las manos de directores, como Lubitsch, que hicieron de la comida su manera de ser.

El cineasta alemán había viajado a Estados Unidos tras definir en sus películas europeas un estilo propio basado en los equívocos sexuales y la sugerencia.

Cuando director y actor se encuentran en Una mujer para dos , Cooper ha aparecido ya en 42 películas. El universo de sugerencias de Lubitsch lleva la película a los terrenos del menage a trois , lo que provocó el escándalo en su momento. Una reacción totalmente incomprensible si hoy se ve esta historia de dos americanos instalados en París, un pintor, que interpreta Cooper, y un dramaturgo. Ambos se enamorarán de una mujer que trabaja en una agencia de publicidad. Incapaz de decidirse, ella propone un pacto para vivir con los dos de forma platónica.

´La octava mujer de Barba Azul´ . (Mañana, sábado) El segundo Lubitsch de Cooper llegó cinco años después, en 1938. Se trata de una versión cómica del mito de Barba azul , el cuento de Perrault sobre un aristócrata que mató a siete mujeres.

El director alemán transforma al brutal personaje del cuento en un mujeriego multimillonario y a la que va a ser su octava mujer en una irónica y capaz mujer que urdirá una trama para impedir que el matrimonio se consume. Lubitsch contó en esta ocasión con sus herederos para la escritura del guión: Billy Wilder y Charles Brackett, que con el tiempo se mostraron más cáusticos que su maestro.

´Juan Nadie´ . (Domingo) El lado noble del actor se expresó con toda su potencia en su única co-

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