Los denominados índices de masa corporal (IMC) son el elemento objetivo más fiable, según los especialistas en nutrición, para medir la obesidad o el sobrepeso. En adultos, la operación es sencilla: basta dividir el peso en kilos entre la talla en metros al cuadrado. Si el resultado es menos de 19, el peso es demasiado bajo; si está entre 19 y 25 el peso es el ideal; entre 26 y 29 hay riesgo de obesidad; entre 30 y 40 existe obesidad, y más de 41 nos indica una obesidad extrema.

En cuanto a los niños, el cálculo es algo más complicado, ya que entra en liza también la edad. Así, entre los dos y los seis años el peso adecuado puede parecer demasiado bajo, porque la curva que relaciona edad e IMC es descendente. Sin embargo, a partir de esa edad comienza a subir. Así, por ejemplo, un índice de 22, que para un niño de 14 años se encontraría en el peso ideal, supone para uno de ocho años una obesidad más que alarmante. De este modo, un IMC de entre 14 y 18 es el ideal para el niño de siete años, mientras que si se trata ya de un adolescente de 14 años, este índice normal se eleva hasta la franja de entre 16 y 24.