Es la primera vez que se analiza, y por tanto, la primera vez que se demuestra la existencia de la bacteria Coxiella burnetii en las poblaciones de ciervo de la región. Un equipo de investigación de la Universidad de Extremadura (Uex), liderado por la investigadora de la Facultad de Veterinaria Leticia Castillo, autora principal, ha hallado por primera vez casos positivos de esta bacteria, causante de la fiebre Q, en los animales salvajes de la Sierra de San Pedro y Monfragüe. También han analizado poblaciones en la sierra cordobesa de Hornachuelos, donde no se ha detectado la enfermedad.

El equipo ha estudiado 137 ciervos abatidos en varias montería en estas zonas y ha determinado que aunque la presencia de la bacteria es aún baja en Extremadura y está controlada es necesario continuar estudiando su comportamiento y la dinámica de la enfermedad ante las diversas situaciones que presentan estos animales. La fiebre Q provoca abortos en las hembras e impotencia en los machos y debilita el sistema inmune de los animal, pero no solo en los animales salvajes, sino también en los domésticos que conviven en estos espacios. Ahí radica también la importancia de este análisis, puesto que es la primera vez que en España se valora la prevalencia de esta bacteria en especies silvestres y ganado, cuyo resultado demuestra que esa "simbiosis multiplica la propagación y eleva el riesgo de contagios", destaca Castillo.

Según la investigadora, la prevalencia de la enfermedad en la Sierra de San Pedro, una zona que tiene un uso cinegético y ganadero, es del 11%. "A pesar del uso mixto, el contacto entre la población silvestre y doméstica es escaso, por lo que el contagio puede producirse por vía indirecta a través de garrapatas", aclara. Mientras, "en Monfragüe la prevalencia que obtuvimos es del 3,64%, encontrándonos por primera vez casos positivos".

RIESGO PARA LA GANADERIA Los científicos encontraron en ambas zonas de la región indicios de abortos tempranos con reabsorción en los ciervos salvajes, como ocurre en los vacunos, contrariamente a los pequeños rumiantes que presentan abortos tardíos. Estas consecuencias, ligadas a los problemas respiratorios que provoca la bacteria, pueden llegar a tener efectos perversos para la reproducción del ciervo y para la ganadería. Los abortos y una peor calidad de la carne --tiene consecuencias para el sabor y el peso del animal-- pueden suponer elevados costes económicos para el sector ganadero e incluso acabar con la muerte del animal en determinadas situaciones --ante otra patología como la tuberculosis o periodos de sequía--.

Además de las afecciones que provoca en los animales, la Coixella burnetii puede afectar a los humanos. De hecho, "se registran más casos de los que creemos entre veterinarios, granjeros, trabajadores de mataderos,...", señala Castillo. La garrapata es la principal fuente transmisora de la enfermedad en el hombre --en las especias domésticas también puede transmitirse a partir de los residuos de abortos, de secreciones infectadas o vía aérea--, y en muchos casos se desconoce la patología porque tarda una media de 15 días en incubarse, lo que significa que cuando la fiebre comienza a subir no se achaca a esta situación. En el hombre también puede provocar problemas de reproducción.

Para la extensión de esta enfermedad, la densidad juega también un papel decisivo, así como los diferentes manejos cinegéticos. Tan peligrosa es la alta población de ciervos que actualmente perviven tanto en San Pedro como en Monfragüe, como la densidad puntual que se produce ante los puntos de comida o de refugio. Es por ello, que como medida correctora para evitar la propagación, la investigadora recomienda "no fomentar la agregación puntual de los animales, separar el ganado y mantener unas densidades poblacionales controladas, y ahora son muy elevadas", apunta.

Tras este primer estudio de los investigadores de la Uex que se ha publicado en Journal of Zoo and Wildlife Medicina , el grupo quiere controlar más estas poblaciones, ver la gravedad que puede tener en cada especie y hacer un seguimiento de la patología, porque aunque la situación por el momento "está controlada", la bacteria está ahí y "son necesarios nuevos estudios para determinar la dinámica de esta enfermedad", concluye Castillo.