El guitarrista Javier Vargas (Madrid, 1955) acude este fin de semana a Extremadura para ofrecer dos conciertos con su banda (Javier Blues Band)

Cuando músicos internacionales como Santana o nacionales como Miguel Ríos llaman a Javier Vargas para que toque con ellos lo hacen "porque buscan la pasión que tengo por la música", supone este guitarrista argentinoespañol (nació en Madrid, pero su familia se trasladó a Argentina cuando él tenía 9 años).

Con los temas de su próximo disco, Last and found (que se publica en marzo) se presenta este fin de semana en Extremadura.

Vargas es un torrente verbal cuando se adentra en su peripecia biográfica, que lo muestra como un hombre errante entre Europa y América. Con unos amigos hizo un pacto a finales de los 60 en la Argentina: uno de ellos tendría que triunfar en la música, tocar con aquellos que admiraban en la adolescencia. "El único que salí fui yo", dice. Hoy, alguno de esos amigos ha muerto, otros trabajan en diversas ocupaciones.

Las manos de Javier Vargas son "monstruosas". "Tengo los dedos deformados", dice. Detrás de esas manos hay años y miles de movimientos de dedos. "Si no puedo dormir, enseguida me pongo a tocar". He aquí un extracto de su relato biográfico.

Años 60. "A finales de la década era normal que a la salida del colegio los amigos nos reuniéramos en garajes a tocar. Fundábamos bandas de rock and roll y flipábamos. Ahí empezó todo. Le pedí a mi padre que me regalara una guitarra y conocí a Jorge Cámara, un profesor excepcional que fue el que me metió el veneno de la música, y me enganché, tanto que a veces me metía en una habitación y me pasaba diez horas tocando. Fue entonces cuando un grupo de amigos hicimos un pacto..."

Años 70. "...viajé con mi familia a Caracas y conocí otro ambiente musical. Llegaban músicos que habían estado en Nueva York, que habían aprendido el jazz y me adentré seriamente en la música y me marché a Nashville en 1973. Me moví por todos los circuitos de blues de la ciudad, toqué con innumerables músicos, aprendí. Era entonces aquella una América light, más ligera, sin el sobrepeso que tiene hoy..."

Años 80. "...entonces me marché a España. Fue una época mágica, divertida. Conocí a Miguel Ríos, que quería volver al rock and roll y me pidió que trabajara y compusiera con él. De ahí salió Los viejos roqueros nunca mueren . Después, la Orquesta Mondragón se quedó sin guitarrista y me llamaron. Conocí a Sabina, a Manolo Tena. Supongo que me llamaban porque buscaban la pasión por la música que tengo..."

Años 90. "...me fui a Estados Unidos, volví a España y me planteé crear mi propio grupo. Un amigo había desarmado un estudio que tenía y le dije "¿por qué no lo montas en mi casa?". Allí grabamos el primer disco. Luego tuve dificultades para seguir grabando porque no encontraba a nadie que me apoyara económicamente hasta que una multinacional (Dro) escuchó mi música y decidió apoyar el segundo disco. Y ahí arrancó mi propia carrera...".