TEtn el año 1992, la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el día 3 de diciembre como Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Hoy, tras veintiún años, centramos nuestra mirada en el importante papel que los profesionales de la salud juegan en nuestro ámbito. La más reciente trayectoria asociativa ha evidenciado que mantenemos con ellos una relación de complicidad. El desarrollo de la medicina, la fisioterapia, la rehabilitación, la logopedia y la terapia ocupacional, entre otras disciplinas, nos están permitiendo desarrollar una vida con menores dificultades.

El avance en los tratamientos químicos, la nanotecnología, los instrumentos físicos para la rehabilitación, entre otros, aportan grandes avances en el manejo de las discapacidades de un modo integral, multidisciplinar e individualizado. La implicación de la ingeniería, la electrónica, la informática, etc., en la fabricación de productos de apoyo nos permiten nuestra reincorporación a la sociedad. Por ello, es fundamental la potenciación de las iniciativas de investigación, la prestación ortoprotésica, la salud sexual, reproductiva y el derecho a la maternidad.

En materia normativa, desde la Constitución Española hasta la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, el amparo de nuestros derechos es bien contundente. Incide nuestro marco jurídico en aspectos claves como el proporcionar los servicios de salud adecuados, incluida la pronta detección e intervención, y servicios destinados a prevenir y reducir al máximo la aparición de nuevas discapacidades. Además destaca la prohibición de la discriminación en la prestación de seguros de salud y de vida.

En lo concerniente al ámbito laboral contempla el recibir un tratamiento equitativo, en particular en materia de seguridad y salud. Recordar todos estos aspectos es clave en nuestro día, al igual que insistir que precisamos que se incorpore la enseñanza de la discapacidad en los programas de pregrado y de educación de todos los profesionales, que se continúe fomentando la capacitación de los agentes de la comunidad para que participen en la prestación de servicios preventivos, y que se sigan proporcionando directrices con fundamento científico para la evaluación y el tratamiento. Nuestras entidades y nosotros con ellas precisamos buenos profesionales de la salud, ya que nos va en ello en primer lugar nuestras vidas, y en segundo lugar nuestra calidad de vida.