En tiempos, los pastores de Trujillo y comarca se engalanaban con sus trajes de fiesta el Domingo de Resurrección y acudían a la plaza trujillana para la fiesta del Chíviri, declarada de interés turístico regional. A día de hoy, pastores quedan pocos pero Trujillo acoge este día a miles de personas ávidas de fiesta, como se volvió a demostrar ayer gracias a las buenas temperaturas.

El colorido de los trajes típicos, la simpatía de las canciones y la alegría propia del día volvieron convertir esta celebración en una fiesta abierta a todos, en la que, como recalca el ayuntamiento, "nadie se siente marginado o rechazado". Los bailes y canciones típicas fueron acompañados por los alimentos típicos, como hornazos, empanadillas y bollos de Pascuas, así como todo tipos de embutidos, regados con el buen vino local.

La plaza Mayor se convirtió en un espectáculo colorista de pañuelos rojos, refajos femeninos, orfebrería trujillana y otras artesanías. Y siempre los cánticos populares, destacando Ay Chíviri, Chíviri y Rafael de mi vida . Por la tarde tuvo lugar el Festival Folklórico Chíviri, que este año cumplió su 26 edición.