Se formó como médico en la Universidad de Extremadura, el Hospital 12 de Octubre de Madrid y en Estados Unidos, y dio sus primeros pasos en el servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital Infanta Cristina de Badajoz --tiene allí su plaza-- para iniciar después una trayectoria empresarial de casi dos décadas. En el ecuador dio vida en la capital pacense al Instituto Neofacial, un referente nacional y transfronterizo en el mundo de la cirugía oral y maxilofacial, en cirugía estética facial y cirugía implantológica, junto a otras especialidades afines como la odontología, la dermatología, la medicina estética y la nutrición. El doctor José Carlos Moreno lidera a un equipo de 35 profesionales en el Instituto Neofacial, que el año pasado facturó millón y medio de euros. Es el ganador del Premio Empresario del Año 2016 y a pesar de ello el doctor Moreno insiste en que, ante todo, él se siente un cirujano.

--Inició hace 20 años su actividad en Extremadura en el ámbito público pero pronto dio el salto a un proyecto propio. ¿por qué decidió hacerlo y qué balance hace del camino?

--Cuando se abrió el servicio de Cirugía Maxilofacial en el Hospital Infanta Cristina, en 1996, yo tenía dedicación exclusiva allí y no se podía compatibilizar. Eso se liberalizó dos años después y comencé a ver pacientes también en una consulta privada en 1998, en la Clínica Los Naranjos, que ya ha desaparecido. Esta consulta fue creciendo poco a poco y tuve la necesidad personal de hacer inversiones y dar respuesta a esa demanda creciente. En el año 2005 había dejado ya mi actividad en el hospital y en el 2006 fue cuando decidí salir de Los Naranjos y abrir una clínica. El Instituto Neofacial nació entonces, ya como un centro de cirugía mayor ambulatoria, con quirófanos acreditados, no solo para ver pacientes sino también para poder ser intervenidos. La actividad siguió creciendo y en 2013 triplicamos el espacio de la clínica hasta los 700 metros que ahora ocupa. Yo he sido ahí el director médico, el propietario de la empresa y el encargado de que todo funcione.

--¿Y cómo se conjugan esas tres facetas?

--Teniendo claro que nuestra actividad, como la de cualquier otra empresa, tiene cinco dimensiones. La primera es la calidad científico-técnica de la cirugía. A eso es a lo que los médicos nos hemos dedicado durante mucho tiempo de forma exclusiva, pero hay más dimensiones, que a lo mejor no tienen tanta importancia en la sanidad pública, pero sí en la sanidad privada, porque de la gestión de las otras cuatro depende la sostenibilidad del negocio.

--¿Y cuál destacaría de ellas?

--Entre esas cuatro, la satisfacción del paciente. Porque no operamos caras, operamos pacientes y en mi caso no saben detalles científicos y por ello nos juzgan por la calidad percibida. La tercera cuestión es la satisfacción del trabajador, porque si el trabajador está satisfecho es un trabajador estable. Y si no atendemos su satisfacción, mal, porque ni la primera ni la segunda dimensión se podrán hacer bien. La cuarta dimensión es la sostenibilidad económica del proyecto, porque en última instancia las facturas se tienen que pagar y si algo no es sostenible económicamente, lo demás sobra, porque va a desaparecer. Ahí cojea un poco la sanidad pública, donde todo vale a cargo del déficit. Mis colegas de la pública tendrían que saber también un poco de gestión económica. Y junto a todo eso, y por encima de todo ello, es fundamental la sostenibilidad vital en la empresa, porque no somos trabajadores, somos personas. Es necesario que tú como empresario te sientas realizado y tus trabajadores también; que yo me levante todos los días contento para ir a trabajar y los empleados de la clínica también. Pasar de ser cirujano a tener esta perspectiva de la actividad en cinco dimensiones ha sido la conversión de cirujano a empresario. Pero yo sigo siendo cirujano.

--El Instituto Neofacial es un referente nacional, pero también transfronterizo. ¿Qué atrae al cliente luso a tratarse en España?

--Muchos pacientes portugueses nos dicen que vienen aquí porque les tratamos mejor. Además aquí se encuentran con adelantos que, aunque también los hay en Portugal, están en Lisboa y para la población del Alentejo, Badajoz les ofrece un centro con todo el equipamiento y toda la especialización que podría tener en Lisboa, pero mucho más cerca.

--Compatibilizan atención clínica, formación e investigación ¿qué beneficios reporta esta interconexión?

--Supone cerrar el círculo. Nuestra actividad tiene una parte asistencial, otra docente y otra investigadora; todas se alimentan y todas mejoran gracias a las demás. De la investigación surge la innovación y la aplicación de nuevas técnicas, y de la docencia surge el estímulo para mantenerte actualizado y poder enseñar.

--¿Qué capacidad desempeña la innovación en el Instituto Neofacial?

--En el campo de la estética, la innovación nos permite tener tratamientos cada vez menos invasivos. Ese dicho de que 'para presumir hay que sufrir'..., cada vez hay que sufrir menos y se pueden hacer más cosas con menos impacto. Y eso es gracias a la investigación y la innovación.

--Imagino que todo eso, además, con resultados cada vez más naturales y satisfactorios.

---Claro. En la cirugía estética se pasó de desarrollar determinadas técnicas, al abuso, y de ahí a un retroceso al entender que no se pueden cambiar de esa forma las caras. Pero el problema es que en esa dismorfofobia --percibirse de una manera diferente a como nos perciben los demás--, que es lo que tiene una persona con anorexia o con adicción a las operaciones de cirugía estética, es fundamental el papel regulador del facultativo. Que sea capaz de advertirle de que eso que quiere hacer no va a tener el resultado que espera.

--Muchos creen que la medicina estética está fuera de su alcance

--No está fuera del alcance y en nuestro caso tenemos además muchos pacientes que financian los tratamientos. No solo en la medicina estética, sino también en otro área que es mucho más voluminoso para nosotros, como es la cirugía implantológica y la preprotésica, que no están entre las prestaciones de cartera de servicios de la sanidad pública y por tanto todos los pacientes tienen que acceder a la sanidad privada. Hay tratamientos de todo tipo, para todos los bolsillos y que además se pueden financiar. La percepción de caro o barato es muy relativa, y esto más que un gasto es una inversión en salud, en seguridad, capacidad funcional y en satisfacción.