NACIO EN CASTUERA EN 1961.

ESTUDIOS ES LICENCIADO EN DERECHO, TEOLOGIA Y FILOSOFIA.

TRAYECTORIA EN 1985 INGRESO EN LA CONGREGACION DE LOS JAVERIANOS. FUE ORDENADO SACERDOTE EN 1995. DESDE 1999 ES DIRECTOR DEL PROGRAMA DE REHABILITACION DE NIÑOS SOLDADOS.

José María Caballero es probablemente el misionero extremeño más conocido en el mundo. Su labor ha sido destacada en los principales medios de comunicación internacionales desde que en 1999 fundara un centro de acogida para niños y niñas secuestrados por la guerrilla en Sierra Leona, cuando la guerra se encontraba en su momento más cruel en el país africano.

Desde entonces, este misionero javeriano ha posibilitado la rehabilitación de más de 3.000 pequeños y en la actualidad desarrolla un programa para sacar a las niñas de la prostitución callejera.

Chema, como le conocen todos, no descansa. Ahora se encuentra de camino desde Sierra Leona con el objetivo de recoger personalmente la Medalla de Extremadura que le ha sido concedida. "No sabía que existía una cosa como esa. Además, es todo un honor que sea la Medalla de Extremadura, porque siempre me he sentido muy orgulloso de ser extremeño y aquí, cuando la gente me pregunta cuál es mi tribu, porque no se entiende el no pertenecer a una tribu, yo siempre digo que soy extremeño", aseguraba el misionero hace poco a este diario.

Para el javeriano, el galardón, que cree que le viene grande, tiene un aspecto positivo "y es que se convierte en un medio más que puede servir para dar voz a la denuncia que desde hace años estoy intentando transmitir sobre el uso de los niños soldados, el tráfico de armas, la lucha por el control de los recursos naturales de Africa y la falta de un comercio justo".

Cualquier foro, cualquier medio, le sirve a este extremeño para que el mundo conozca lo que ocurre en el país en el que trabaja. Hace poco el fotógrafo Gervasio Sánchez publicó el libro Salvar a los niños soldados en el que se recogían historias de los chicos que han pasado durante estos años por el centro que dirige Caballero. "El objetivo también era denunciar", señala el misionero, que reconoce que no ha sido capaz de leer el libro "porque sería como recordar todo lo que he vivido, que son historias muy fuertes, y se removerían muchos sentimientos porque allí vivimos años durísimos".

En el fondo, todo esto le sirve a Chema para transmitir esperanza. Una esperanza que se refleja en su trabajo diario. El misionero se dedica ahora a recorrer Sierra Leona para visitar a algunos de los niños que han salido del centro, que se cerró tras la firma de la paz. "En estos momentos es más fácil que estos niños se disuelvan en la sociedad y no puedan ser identificados como niños soldados, pero seguimos con pisos tutelados en los que viven los niños cuyas familias no hemos encontrado o se han negado a abrirles las puertas". 3.025 niños han sido reunidos ya con sus familias, aunque todavía quedan 200 en estos pisos.

Pero Chema tiene una espina clavada: las niñas. "Sólo un cinco por ciento de los chicos que logramos sacar de la selva tras la firma de los acuerdos de paz entre la guerrilla y el Gobierno eran niñas y eso significa que murieron muchas".

Quizá por ello este extremeño está volcado ahora con las chicas. "Es el problema más grande, porque, un niño, para que se pueda recuperar tiene que contar su historia, pero con las niñas es más difícil por los abusos y las violaciones a las que han sido sometidas. El 90% de las chicas mayores de diez años han sido violadas en Sierra Leona. Pero, además, aquí hay numerosos occidentales y muchos soldados y muchas de las chicas han encontrado en la prostitución un medio para poder vivir".

En Sierra Leona son 20 los javerianos que trabajan junto a Caballero, pero a este tipo de proyectos sólo se dedica el misionero extremeño. "Después de la misa de la mañana visito escuelas, a niños, tengo charlas con las comunidades y con las familias". El trabajo se completa con la supervisión de las obras que se llevan a cabo en la zona, además de programar actividades para tener ocupados a los más pequeños.