La Asamblea General de la Federación Extremeña de Caza ha reelegido como presidente a José María Gallardo, que llegó al cargo en 2013 y que inicia de esta manera su tercer mandato.

¿Cómo afronta esta nueva legislatura como presidente de la Federación Extremeña de Caza?

Pues la verdad es que inicio este nuevo periodo con las mismas ganas, ilusión y determinación con las que asumí este enorme reto hace siete años, valorando todo lo que se ha conseguido, pero también siendo consciente del enorme camino que nos queda por delante. Estoy más agradecido que nunca por que los cazadores confíen en mi en estos momentos tan difíciles.

¿Qué balance hace de estos siete años como presidente?

Creo que hay que hacer un balance positivo del trabajo que hemos desarrollado en este tiempo. Más allá de los números -era impensable alcanzar los 35.000 federados y los 400 clubes de cazadores- la realidad es que hoy la Federación Extremeña de Caza es una referencia en el sector, tanto en España como incluso en Europa. Y eso es fruto de años de compromiso firme siguiendo una hoja de ruta muy clara que ha pasado por la profesionalización, la apuesta por la comunicación, la formación y la investigación, el impulso del relevo generacional…

¿Qué ha cambiado desde que en 2013 llegó a la presidencia?

Han cambiado muchas cosas, tanto dentro como fuera de la federación. Creo que el principal cambio es que el sector en su conjunto ha empezado a ser consciente de que si queremos que la caza tenga futuro no basta con ir a cazar los fines de semana. Por eso, dentro de la federación hemos creado un equipo muy preparado y profesional, que es capaz de atender las necesidades de los cazadores y de dar respuesta a proyectos innovadores en los que muchas veces vamos por delante en España. Fuera de la federación, el principal cambio es el crecimiento de las ideologías animalista y ecologista que gracias a las grandes subvenciones que llevan años consiguiendo han creado unas macroestructuras que suponen un peligro real para la caza.

¿Cuáles van a ser las prioridades de cara a los próximos años?

Nosotros vamos a seguir desarrollando la misma hoja de ruta que hasta ahora. Las líneas están perfectamente definidas. Es imprescindible priorizar nuestro trabajo e impulsar la investigación, la comunicación y la formación, a la vez que damos un inmejorable servicio técnico para la gestión de cotos, la seguridad de sus socios, y el desarrollo del calendario deportivo. Todo ello, sin dejar de lado la imprescindible agenda institucional y política.

En el caso de la investigación, parece que se está haciendo una apuesta muy clara en los últimos tiempos desde el sector…

Pues sí, porque tenemos claro que el sector de la caza tiene que generar conocimiento y ciencia de cara a la sostenibilidad futura de la actividad. Lo estamos haciendo desde la propia federación, con una convocatoria de ayudas a proyectos de investigación con 300.000 euros para los próximos tres años y lo estamos haciendo desde Mutuasport, con 500.000 euros para la gestión conservación del zorzal y la codorniz. Es un esfuerzo muy importante que, además, se está llevando a cabo con fondos propios, es decir, con el respaldo de los propios cazadores.

¿Cómo valora la actual situación de la caza tanto en Extremadura como en España?

Como decía antes, es un momento complicado porque el avance de las ideologías totalitaristas está apoyado en una sociedad cada vez más urbana y cada vez más alejada y más ajena a la realidad del mundo rural. A esto sumamos unas administraciones, sobre todo en el ámbito nacional y europeo, que a menudo no dan la talla y que se ponen, claramente, del lado más radical. ¿El resultado? Que tenemos muchos frentes abiertos, desde la tórtola -donde Extremadura desarrolla un proyecto puntero para su recuperación- al silvestrismo, pasando por las aves migratorias, el uso del plomo… Es una situación complicada, pero no vamos a dejar de luchar para recordar a nuestros políticos y administraciones lo que nunca han olvidado en nuestros pueblos: que la caza es una actividad esencial, que no solo genera riqueza, sino que hace posible el equilibrio de nuestros ecosistemas.

A corto plazo parece que se avecina una temporada muy complicada que estará marcada, como el resto de sectores, por la pandemia. ¿Cómo cree que afectará esta situación al sector?

Pues está afectando y mucho. En primer lugar, porque se calculaba que las monterías se iban a reducir en más de un 30%... y eso era antes del estado de alarma y de las nuevas restricciones a la movilidad y del toque de queda, que afecta a algunas modalidades. El problema es que, como ya ocurrió en marzo, se genera una situación en la que se impide una actividad donde el riesgo de transmisión es prácticamente ‘cero’ y, al mismo tiempo, se provocan graves problemas por la falta de control de poblaciones como el ciervo y el jabalí. Eso va a tener consecuencias a corto y medio plazo si nuestros responsables políticos no se dan cuenta de que se trata de una actividad esencial. Y lo es por motivos sanitarios, por razones de seguridad vial, por los daños al sector agroganadero, por el impacto económico y en empleo en zonas donde hay pocas alternativas…