Destacan con facilidad en su entorno, son áreas ricas en biodiversidad y también tienen día internacional. Son las llamadas zonas húmedas o humedales. Se trata de encharcamientos, lagos, marismas y manantiales, definidas como "superficies cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros".

El martes se celebró el día internacional de estos espacios y muchos colectivos no quisieron perder la oportunidad de poner en valor estos ecosistemas claves por sus beneficios ecológicos, sociales y económicos. "Entre ellos están que son un hábitat importante para numerosas especies de animales y plantas, tienen un papel en la regulación de la cantidad y calidad de agua, recursos para satisfacer necesidades humanas así como recreación y turismo". Así lo explica José Antonio Masero, profesor del área de Zoología de la Uex y miembro del Grupo de Investigación en Biología de la Conservación.

Años de desecación

Pero siempre no han sido tan valorados en su historia. En 1918 la intención era la opuesta a la conservación que ahora se busca. La conocida como ley Cambó --Ley de Desecación y Saneamiento de Lagunas, Marismas y Terrenos Pantanosos--, impulsada por el ministro conservador Francisco Cambó, tenía por fin la desecación de las zonas húmedas del país, asociadas en aquellos años a la insalubridad, el subdesarrollo y a enfermedades como el paludismo.

Hoy con esa ley derogada hace décadas tampoco parecen encontrarse fuera de todo peligro. La desecación por parte del hombre, ya sea directa o indirectamente a través de los efectos del cambio climático, la contaminación y la sobreexplotación humana, entre otros factores, ha hecho que España haya perdido el 60% de sus humedales en las últimas cuatro décadas, según Ecologistas en Acción. A nivel mundial, los datos de la Unesco cifra en un 50% los humedales que el planeta ha perdido en el último siglo.

En Extremadura las lluvias abundantes del invierno han hecho aparecer de nuevo lagunas naturales que hacía años que no recogían agua, como la laguna Redonda o Melchor Gómez, en Torremejía, y la del Palancoso, en Navalmoral de la Mata, destaca la Junta.

Reconocimiento mundial

Otros incluso reconocidos mundialmente se han vuelto a recuperar tras años secos, como el complejo lagunar de La Albuera. Pero ésta --con 1.878 hectáreas-- no es el único humedal reconocido a nivel internacional, el embalse de Orellana --con 5.500 hectáreas-- completa la lista extremeña. Dos de las joyas que con Doñana (Huelva) --la mayor reserva ecológica de Europa, con 53.000 hectáreas de marismas que acogen cada año a unas 200.000 aves acuáticas--, forman la corona que componen los 63 humedales reconocidos mundialmente en España.

Medio Ambiente calcula que en el país existen más de 2.000 espacios húmedos que poseen estas características. Estos ostentan tal mención especial porque forman parte del Convenio Ramsar, al que España se integró en 1982. Un órgano encargado de estudiar estos espacios y cuyo objetivo principal es la protección y catalogación de los humedales del mundo.

Pero aunque no tengan la misma importancia mundial, Extremadura cuenta con un gran patrimonio de humedales, más de más de 340 catalogados, tanto por la riqueza de ambientes acuáticos que existe como por la diversidad de es pecies que albergan y usos que poseen. Aunque esta cifra podría elevarse hasta el millar "si tenemos en cuenta que humedales antrópicos tales como embalses y arrozales son importantes zonas húmedas funcionales", explica Masero. Aún así, nada que ver con los números de Canadá, el país con más humedales del mundo: nada menos que 13 millones, según Ramsar.

Respuesta al calentamiento

Además de las funciones para la conservación de muchas especies, los humedales juegan un papel clave en la regulación de los regímenes hídricos y albergan un rico patrimonio cultural y usos recreativos tales como la pesca, la observación de aves o la caza deportiva. A la vez suponen una excelente respuesta al cambio climático porque las zonas húmedas son sumideros de dióxido de carbono, esto es, "reducen los niveles atmosféricos de CO2". Además, prosigue Masero, "los humedales antrópicos podrían servir de amortiguación frente a la pérdida de zonas húmedas naturales por la acción del hombre".

Acciones que ponen en riesgo la presencia de estas áreas, porque "no están bien conservadas. Hay mucha presión humana, en términos ganaderos, agrícolas,...", y que actuaciones del Convenio Ramsar --inventarios, proyectos de recuperación, estudios, restauración,...-- y las acciones de ecologistas y las comunidades intentan paliar. La conservación de los humedales debería contemplar planes de gestión que regulen esa sobreexplotación y la conectividad entre ellos, precisa Masero, y lo explica con un claro ejemplo: "El embalse de Sierra Brava alberga importantes poblaciones de aves acuáticas migradoras de importancia internacional. Estas aves descansan por el día en el embalse pero marchan a los arrozales a comer por la noche. De nada sirve protegar Sierra Brava si a su vez no se protegen aquellas zonas húmedas a las cuales se desplazan las aves cuando nadie las ve".

Entre las actuaciones previstas por la Junta, se encuentra la actualización del Inventario de Zonas Húmedas de Extremadura, en colaboración con el Ministerio de Medio Ambiente y la difusión de estos espacios, que centrarán la Feria Internacional de Ornitología 2010 en el Parque Nacional de Monfragüe, del 26 al 28 de febrero.