El jueves impartió en Villafranca la conferencia La necesidad de acción contra el cambio climático y ayer arropó en Mérida la presentación de Ecolo-Los Verdes de Extremadura, la nueva marca con la que la formación ecologista concurrirá a las elecciones municipales y autonómicas del próximo año. Tras ser protagonista de la Cumbre del Clima de Copenhague --donde fue detenido por colarse en la cena de gala de la reina Margarita--, el pasado verano decidió abandonar la dirección de Greenpeace España para impulsar Equo. Esta fundación aspira a engendrar un partido político con el que el movimiento ecologistas consiga representación en el Congreso de los Diputados.

--Tras 10 años al frente de Greenpeace, ¿por qué da el salto del activismo social al político?

--Considero que he cerrado una etapa. He aportado a Greenpeace mis conocimientos, mi capacidad de gestión y he dejado la organización con más de 100.000 asociados y una gran influencia social en España. A partir de ahí me planteo qué puedo aportar en el campo del medio ambiente y veo que en España hay un vacío en la ecología política. Creo que ahora es necesario una apuesta verde real y relevante en España.

--¿La Fundación Equo y la marca política Ecolo son los mimbres de esa revitalización del ecologismo como opción política?

--Son expresiones de que existe una marea social verde creciente. En España hay mucha gente activa en este ámbito y decidida a dar el paso para llegar a las instituciones. Esta opción, la de una sociedad más preocupada por su entorno, no tiene hoy peso institucional ni interesa a los actuales dirigentes.

--En la mayoría de los países europeos Los Verdes tienen un amplio respaldo social y están bien representados en los parlamentos nacionales, ¿por qué su mensaje no ha calado en España?

--Es cierto. En el Parlamento Europeo Los Verdes ya son la cuarta fuerza política. Pero en España ha influido que el medio ambiente no es prioritario en la conciencia de los españoles o no se ha entendido como un elemento que da respuesta a las necesidades sociales, como los problemas económicos; que la ley electoral no facilita el nacimiento de opciones políticas minoritarias; y que ha habido problemas internos, de división, dispersión o atomización, en el movimiento verde que han impedido al votante tener claro dónde dirigir su voto.

--¿Todo eso ha cambiado ahora? ¿Realmente cree que una formación ecologista puede tener cabida en el Congreso o la Asamblea?

--Estamos en un trayecto, una ruta, y vamos poco a poco. Lo que esperamos en las elecciones autonómicas y municipales de mayo es que las candidaturas verdes que se presenten obtengan representación. A partir de ahí iremos construyendo, de manera que, en las elecciones generales del 2012, aspiramos ya a presentar un partido más unificado, consolidado y que logre representación parlamentaria. Es un movimiento en construcción.

--¿Y en Extremadura?

--En Extremadura se dan condiciones interesantes: su alto valor natural, el potencial económico asociado a él, la concienciación social, y unos movimientos ciudadanos muy activos y que ya han dado el paso político. Hay experiencia y eso puede hacer que esta opción verde termine por tener éxito electoral.

--Sin embargo, hay quien sigue contraponiendo el conservacionismo al desarrollo económico; por ejemplo, en el debate de la refinería o la autovía Cáceres-Badajoz.

--Frente a eso están casos como el de Brasil: la candidata verde a la presidencia ha obtenido el 20% de los votos. Esto quiere decir que la concienciación crece y que el paradigma del desarrollismo como modelo único posible se está superando. Cada vez hay mayor conciencia de que hay otros modelos para hacer avanzar la sociedad que no necesitan de la construcción de estas infraestructuras y proyectos contaminantes.

--Aboga por un cambio de modelo productivo, ¿qué modelo?

--La economía verde; un término que ha usado Rodríguez Zapatero, pero que ellos no cumplen. Hay que impulsar realmente las energías verdes, la agricultura ecológica, el reciclado y aquellas actividades que generan desarrollo y empleo sin destruir el entorno. También es necesario crear nuevos índices de medición de la economía, donde pese más la calidad de vida que el consumo de recursos. Producir más energía o consumir más no significa que nuestra sociedad sea mejor.