El juzgado número 1 de Plasencia no ha visto probada la acusación de violación, coacciones y amenazas que la soldado Dolores Quiñoa presentó en diciembre del 2002 contra el teniente Iván Moriano Moreno y ha dictado un auto de archivo que ya ha sido recurrido por la denunciante, según han confirmado fuentes judiciales.

El caso Quiñoa tuvo una enorme repercusión nacional porque la soldado profesional acusó al teniente de haberla violado durante unas maniobras que se realizaron durante el año 2000 en Piornal, motivo por el que la denuncia se tramitó en Plasencia.

PROCESO El auto de archivo apela a que tampoco el Ministerio Fiscal ve probados los hechos en un extenso informe aunque el militar denunciado --cuya familia procede de la localidad hurdana de Casar de Palomero-- no quiso valorar ayer la decisión judicial mientras la parte denunciante está dispuesta a recurrir a la Audiencia Provincial si el juzgado rechaza su recurso. Las declaraciones de ambos ante el juez en diciembre del 2002 y enero del 2003 levantaron una gran expectación porque el caso ya había saltado por entonces a la actualidad nacional.

Al teniente lo trajo a Plasencia un furgón de la prisión militar de Alcalá de Henares, donde cumplía cinco meses de arresto por delito de abuso de autoridad y trato degradante que decretó la jurisdicción militar. Pero la soldado recurrió después a los tribunales ordinarios y añadió a su acusación los delitos de violación, coacciones y amenazas.

En esa primera comparecencia ante el juez, el teniente se acogió a su derecho de no declarar, pero en la segunda que se realizó ya en enero negó que hubiera violado a la soldado en las maniobras y su abogado se limitó a indicar que, además, los hechos que ocurrieran en Piornal ya habían sido juzgados en alusión a la condena militar por abuso de autoridad. Si la primera vez entró y salió oculto por pasamontañas y capucha utilizando una puerta trasera y escoltado por agentes de la Guardia Civil, la segunda también entró por detrás y con la cara cubierta, pero ya en libertad y rodeado de familiares.

Por su parte, Dolores Quiñoa permanecía en baja por depresión y el ministerio de Defensa la citó después para nuevos reconocimientos psicológicos con los que valorar la concesión o no de una pensión. La mujer sí hizo declaraciones públicas para afirmar que su caso era la punta del iceberg de situaciones similares en el Ejército, del que dijo sentirse desencantada, salvo por el apoyo que dijo haber recibido de sus compañeros y que calificó de "muy honorables".

Ya entonces, la soldado anunció su intención de narrar en un libro su experiencia aunque ahora ha recibido un revés judicial y se ha iniciado el largo camino de los recursos.