Ha muerto Julia del Viejo. Y no puedo sujetar las lágrimas. No se ha muerto una persona corriente. Se ha muerto un huracán a favor de los demás. Una mujer que hizo de los trasplantes de órganos literalmente su vida. La recuerdo en esa pasión desde el primer momento, es decir, hace 25 años. Te llamaba a cualquier hora del día o de la noche y te contaba la donación de dos riñones en el Infanta Cristina como si fuera el mayor triunfo de la ciencia médica. No lo era de la ciencia médica, pero sí lo era para ella, para la familia del donante, a la que Julia le daba la oportunidad de meterle un gran gol a la muerte al dar los órganos de su familiar fallecido; lo era para el receptor, lo era para todos los extremeños- Ella quería que se supiera, que los periodistas contáramos la buena nueva, porque Julia del Viejo abrió para los extremeños el camino hacia las donaciones, hacia los trasplantes, hacia una vida mejor. Y nos hizo más civilizados.

Recuerdo que lo que más le dolía era que una familia rechazara donar los órganos de su familiar fallecido. No lo entendía. No entendía que los prejuicios, la ignorancia, muchas veces un espíritu de miseria, hiciera que unas personas negasen a otra la posibilidad de vivir mejor. Incluso de vivir. "No puedo soportar --decía-- que los extremeños aparezcamos como los más insolidarios de España". Y se afanó en reducir las negativas a la donación y lo logró: le dio la vuelta a la tortilla.

Ni siquiera el cáncer le hizo cambiar. Muchas veces noté que lo que más le incomodaba de la quimioterapia, de sus temporadas de bajar el ritmo debido a la enfermedad, era que le impedía seguir el paso que le marcaba su pasión para continuar trabajando.

No tengo manera mejor de resumir lo que ha sido Julia para Extremadura que decir que ha sido una de las personas que más milagros ha hecho, porque con su labor contribuyó decisivamente a que muchas personas, con nombres y apellidos y domicilios y amigos conocidos, volvieran a la vida. Nada menos. No estará en los altares, pero en mi corazón ya es santa. Santa súbita.