No pudo evitar emocionarse. A pesar de toda una vida dedicado a la Justicia, con lo que ello supone de experiencia, profesionalidad y saber hacer. A pesar de haber sido distinguido, por sus méritos profesionales y personales, en más de una ocasión... A pesar de esto y mucho más, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura (TSJEx), Julio Márquez de Prado, vivió ayer uno de sus actos, sin duda, más importante.

Y lo fue no ya solo por lo que para un representante de la Justicia significa recibir la Cruz de Honor de San Raimundo de Peñafort, una de las más altas distinciones que otorga el Ministerio de Justicia "en atención a los méritos y circunstancias que concurren" en la persona a la que se concede, sino por lo que para un hombre de justicia significa sentirse rodeado por tantos en tan importante momento.

La imposición de la Cruz de Honor, por el presidente del Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial, Carlos Dívar, fue el acto central, el más solemne y el de mayor emoción para Márquez de Prado. Pero emocionado debió sentirse también en los momentos previos, cuando contempló el salón de actos engalanado para la ocasión y ocupado, en su totalidad, por tantos altos representantes de la Justicia nacional y extremeña; por tantos representantes de las más altas instituciones de la región; por tantas y tantas personas que acudieron para acompañarle y reconocerle a su vez la distinción.

Ya bastante antes de su inicio, a las 13.00 horas, el palacio sede del TSJEx se encontraba lleno. Los numerosos vehículos oficiales aparcados en todos las calles de su entorno anunciaban que se celebraba algún acto solemne, y la llegada de autoridades, como el presidente de la Junta, Fernández Vara, lo confirmaba.

ELOGIOS Ocupadas la totalidad de las localidades del salón de actos, y en el estrado los altos representantes de la Justicia nacional y regional, así como el presidente de la Junta, la delegada del Gobierno y la alcaldesa en funciones de Cáceres ocupando los sillones asignados, el protagonista del acto ocupó el central junto al presidente del Tribunal Supremo, el fiscal superior de Extremadura, Aurelio Blanco, y otros altos magistrados.

Tras la lectura de la Lauditao a Márquez de Prado por parte del magistrado Wenceslao Olea Godoy, y del acuerdo de concesión, el presidente del TSJEx inició su intervención, que fue de agradecimientos, a todos los que a lo largo de sus 38 años de dedicación a la Justicia "me han enseñado, guiado y apoyado", y de recuerdos de "toda una vida dedicado con vocación a la Justicia".

Y a elogiar su figura dedicó su intervención Carlos Dívar, que destacó "la sensibilidad y libertad" de Márquez de Prado en el ejercicio de su profesión; su "serenidad madura", tras largos años de experiencia; y que señaló que la distinción otorgada "le ha sido concedida en honor a la verdad, porque se la merece".