Ha cambiado un país que limita con otros 16 por uno que tiene solo dos vecinos internacionales y lo ha hecho por amor. Kristina Bredis nació en San Petersburgo hace 26 años y lleva cuatro en Extremadura. Se vino para estar junto a su novio, un vecino de Campanario al que conoció en Barcelona. En este tiempo ha pasado por Badajoz, Campanario y Cáceres, donde ahora reside y trabaja. Risueña y simpática, quienes la conocen dicen que es una rusa atípica y por su acento español recuerda más a una gallega. Encantada con su vida en esta región, Kristina reconoce que no sabe dónde acabará viviendo, aunque le gusta más el sol que pasar seis meses bajo la nieve. Ahora tiene trabajo aquí por un año en una empresa de caza y realiza una tesis doctoral en la Uex sobre turismo cinegético.

--¿Conocía Extremadura antes?

--Sabía que existía porque fui a un colegio donde se estudiaba español y su cultura y conocía qué era Extremadura, pero la imaginaba distinta, seca y amarilla. Cuando llegué aquí me sorprendió ver esos paisajes del norte o de los llanos de la Siberia.

--¿Le costó adaptarse al cambio?

--El primer año lo pasé muy mal porque allí hay casi cinco millones de habitantes, es una ciudad preciosa, hace más frío que aquí, pero el cambio de octubre a mayo tenemos calefacción central en las casas, allí estoy en manga corta y al llegar aquí tuve un piso sin calefacción y lo pasé súper mal, tenía más frío en casa que en la calle. También me costó por alejarme de la familia y los amigos, y porque la ciudad es muy pequeña. Salía a dar un paseo y se me acababa la ciudad, pero luego poquito a poco me he ido acostumbrando, aunque prefiero Badajoz que Cáceres, Cáceres es obvio que es más bonito, pero como ciudad tiene más vida Badajoz.

--¿Hablar varios idiomas le facilitó la búsqueda de trabajo?

--Sí. En Rusia estudié Economía y hablo español, inglés, ruso y francés, todos los he ido aprendiendo en el colegio y lo agradezco porque me dio ventaja en la empresa en la que estoy ahora, que quiere abrirse al exterior. Ahora se da más importancia a los idiomas que antes.

--¿Qué destaca de Extremadura?

--La gente, que es muy abierta y alegre, nada que ver con el carácter de los rusos que son más fríos y cerrados, los tópicos típicos son ciertos. Aquí se da todo, aunque luego se olvidan las cosas que te han dicho.

--¿Lo que más le impactó?

--Los funcionarios. Cada vez que voy a una administración me llevo las manos a la cabeza y no conocía la fama que tenían. En Rusia también los hay pero aquí he tenido que tratar más con ellos. Otra cosa que me sorprende son las horas que hay en medio de la jornada laboral. Es una pérdida de tiempo para hacer tu vida por la tarde. En Rusia se trabaja mañana y tarde, pero tienes solo una hora para comer.

--Hablando de comer, ¿qué le parece la gastronomía extremeña?

--Me encanta, sobre todo el cocido extremeño o las lentejas, no conocía nada parecido. Allí se come muchas sopas, la más conocida es la roja, hecha con remolachas, muchas carne y también son típicos los blinis, que son crepes. Sobre el vodka no es cierto que lo bebamos todos los días, solo es para brindar en fiestas.

--¿Se habla de crisis en Rusia?

--Sí, no se nota tanto como aquí, pero los primeros años se sintió mucho en la construcción y en el comercio con los países de Europa. Aunque el paro es bastante más bajo, está sobre el 6%, los salarios son menores. Hay muchos puestos de trabajo pero se cobra muy poco. Pasa también con las pensiones. Mi madre ha trabajado toda la vida de profesora y se va a jubilar con una pensión de 150 euros. Allí un jubilado sin la ayuda de su familia no puede vivir, aunque hay también pensiones más altas.

--San Petersburgo fue una ciudad sitiada por los nazis en la II Guerra Mundial, ¿sigue viva la memoria?

--No hay rencor con Alemania, pero las personas que nos defendieron y nos permitieron vivir bajo el cielo libre son muy respetadas. Un ejemplo es que el gobierno concede pensiones más altas a las personas que participaron en la guerra y a los que no fueron evacuadas de Leningrado. Mi abuela está entre estas y cobra 400 euros.

--¿Qué queda del pasado soviético de su país natal?

--Antes, trabajaras bien o mal no te podían echar nunca, ni podían ascender los buenos. En el sector servicios ni se exportaba. De esa mentalidad queda bastante.

--¿Como es el sistema sanitario?

--En Rusia todo el mundo tiene seguro médico obligatorio, pero hay muchas cosas que están fuera y si quieres acceder a ellas tienen que dar dinero en un sobre, la corrupción allí en mayor.

--¿Qué une a España y Rusia?

--Allí se tiene mucho cariño a los españoles. A San Petersburgo mandaron muchos niños de la guerra de España y quedan descendientes.