Miles de personas cumplían anoche, al cierre de esta edición, lo que se ha vuelto habitual cada Semana Santa: el lleno absoluto de la ciudad monumental de Cáceres al paso de una de las procesiones más originales de la Pasión cacereña, el Cristo Negro. La austeridad de la talla, el respeto a los ritos del medievo y el impresionante silencio son las características principales de un desfile que anualmente rompe las previsiones de participación.

A las doce en punto de la noche salió de la concatedral de Santa María el Santo Crucifijo de Santa María de Jesús, una imagen de finales del siglo XIV, de autor desconocido y realizada con toda probabilidad en Cáceres. En el desfile participan sólo 50 cofrades de ambos sexos, vestidos de fraile. Antes de salir realizan a puerta cerrada el juramento de obediencia y silencio.

El mayordomo de la cofradía, Alonso Corrales, recordó que este año se ha ampliado el recorrido, dado el interés que suscita el desfile y tras las peticiones formuladas por el ayuntamiento y el obispado. Por eso, la imagen subió el Rincón de la Monja y atravesó la Cuesta de la Compañía. Pero, además, la cofradía estrenó horquillas. La procesión se distribuyó en cinco turnos de ocho hermanos de carga. La talla salió con lirios morados, hiedra y el tradicional clavel rojo delante, como símbolo de la Pasión.

DE ESTRENO La primera cofradía que ayer inició los desfiles procesionales en Cáceres fue la de los Ramos, que salió desde San Juan a las 20.30 horas. Como es costumbre desfilaron el Santísimo Cristo de la Buena Muerte y María Santísima de la Esperanza, imagen esta última que ha sido sometida a una profunda intervención.

El mayordomo de la cofradía, José Manuel Martín Cisneros, comentó que el paso sale en Cáceres desde el año 1960, pero que durante este año ha sido restaurado en más de un 80%.

La otra procesión fue la de la Cofradía del Santísimo Cristo del Humilladero y María Santísima Corredentora, una de las pocas cofradías que celebra su desfile fuera del recinto intramuros. La imagen que ayer procesionó fue la del Cristo de la Preciosa Sangre, una talla adquirida por la cofradía hace unos 25 años.

La réplica sale del templo del Buen Pastor y, al igual que sucede con otras procesiones cacereñas, destaca por su austeridad: hiedra en sus dos pequeñas columnos, dos centros florales y claveles amarillos. Tal como recordó el mayordomo Florentino Merchán, se trata más bien de un víacrucis que recorre las barriadas de Llopis y Espíritu Santo y que congregan a un gran número de público.