Son las dos en punto y los 132 alumnos que cada día almuerzan en el comedor escolar del colegio Octavio Augusto de Mérida comienzan a lavarse las manos para sentarse a la mesa. El menú se compone de lentejas estofadas, jamoncitos de pollo en pepitoria con champiñones y de postre, una fruta. Solo 18 de los niños tienen beca para comer gratis, pero en lo que va de curso han dejado de ir unos 40 porque sus padres no podían seguir costeando el servicio, que sale aproximadamente por unos 80 euros al mes. En la mayoría de los casos, explica el director del centro, Antonio Carretero, porque uno de los dos o los dos se han quedado en paro, ya no necesitan conciliar, tienen menos ingresos y sale más barato que el niño coma en casa.

Situado en un barrio de clase media de la capital autonómica, un gran número de los alumnos del colegio Octavio Augusto son hijos de funcionarios y aunque Carretero explica que la pobreza no es tan acuciante como puede serlo en otras zonas de la capital, que hay más necesidad sí se nota. El centro, que presta el servicio de comedor a través de una empresa de cátering, ofrece menús variados y equilibrados que se componen, en todos los casos, de primer y segundo plato y un postre. El precio público del servicio es de 4,04 euros al día, fijado por la Consejería de Educación.

"Aunque hay niños que han dejado de venir por decisión familiar, la necesidad no es tan grande como en otras zonas de Mérida", indica el director, que explica que uno de los principales problemas que se encuentran los padres a la hora de conseguir la beca para el comedor aunque estén en paro es que para solicitarla, necesitan presentar la declaración de la renta del año anterior, que en muchos casos puede reflejar una situación económica que no se corresponde con la realidad actual.

Según el profesor, la disminución de ingresos también se nota de cara a la organización de otras actividades como las excursiones, que aunque el centro ya las ha reducido al mínimo, hay más padres que antes que se niegan a que sus hijos acudan por el coste. "La necesidad aquí no es tan perentoria, aún no tenemos casos extremos pero llegarán", vaticina.