Es el primer día que va a recibir comida después de cuatro años viviendo en España tras salir de su país natal, Rumanía. Su cara refleja la tristeza que le supone tener recurrir al comedor social de las Hijas de la Caridad de Cáceres para seguir adelante y a la vez deja ver una sutil sonrisa al saber que al menos alguien puede ayudarla. Una sonrisa que va desapareciendo poco a poco a medida que rememora su historia.

Según cuenta, su marido lleva medio año de baja por un accidente y probablemente no pueda volver a trabajar. 700 euros es el único dinero que entra al mes en el piso de alquiler en el que vive la pareja junto a su hija de pocos meses. "Ese dinero nos da solo para el piso, los gastos domésticos y los cuidados de la niña", apunta.

"Después de dar a luz me puse a buscar trabajo y aún no he parado. Lo único que me ha salido es como cuidadora de niños y ancianos, pero no quieren rumanos y al saberlo me rechazan", asegura con una bolsa de comida recién hecha en cada mano que se dispone a colgar en la sillita de su niña.

También dice que busca un trabajo de noche que le permita hacerse cargo de su hija de día, porque no puede pagar una guardería, pero tampoco ha tenido suerte hasta el momento. Y así, espera a que alguien le pueda dar pronto una "oportunidad" para salir adelante.