La historia de Kosovo, al igual que la de los Balcanes, está escrita a sangre y fuego. Es una historia llena de borrones, de rencores guardados pero no olvidados, de tornas que cambian una y otra vez, de huídas que sólo ahora empiezan a ver el final de un túnel que aún se antoja demasiado largo. El futuro está en manos de los ciudadanos kosovares y para que esta simple frase pueda ser una realidad están, entre otras cosas, las tropas extremeñas desplegadas en Istok, una de cuyas misiones es facilitar la recuperación de un equilibrio étnico similar al que existía antes de la guerra.

Cuando en 1998 comenzó la guerra de Kosovo en ese país el 10% de la población era de origen serbio y el 90% albanés. Los serbios, entonces dirigidos por Milosevic, iniciaron un brutal ataque que sólo cesó cuando intervino la OTAN. Entonces fueron los albaneses los que contraatacaron, hasta el punto de que hoy en día sólo el 1% de la población kosovar procede de Serbia. Sin embargo, esta proporción no siempre fue igual, puesto que antes de la Segunda Guerra Mundial el reparto entre ambas etnias era prácticamente al 50%, algo que fue cambiando debido, entre otras cosas, al éxodo del mundo rural a las ciudades y al elevado índice de natalidad de los albanokosovares.

Pero el tiempo ha pasado y ambas etnias están a una eternidad de distancia, una lejanía marcada por una guerra, un rencor, un idioma e incluso, aunque en mucha menor medida que en otras zonas del mundo, una religión.

Equilibrio de fuerzas

Para tratar de cambiar las cosas y facilitar un equilibrio real de fuerzas que permita volver a la situación previa a la guerra entre albaneses y serbios las fuerzas españolas desplegadas en la zona, concretamente en la municipalidad de Istok --es una distribución parecida a la de las provincias españolas pero dirigidas por un único alcalde para todos los municipios-- tratan de facilitar la existencia de un ambiente estable. Y es precisamente ese ambiente el que puede llegar a permitir el regreso de los serbios huidos durante la guerra una vez que los albaneses ya han retornado a sus hogares. El problema ahora es que las viviendas que abandonaron los serbios permanecen destruidas y esta minoría, que actualmente reside en Serbia y Montenegro, tiene miedo a volver por las posibles represalias de los albaneses.

La comunidad internacional está convencida de que la única solución pasa por el reasentamiento de los serbios en sus antiguos barrios. Esto se hace, aunque poco a poco, a través de las operaciones denominadas go and see visit ("visita para ir y ver"). Se trata de una iniciativa impulsada por la ONU y tutelada por las tropas extremeñas en la que se invita a los serbios huidos a visitar sus antiguos hogares y decidir si quieren volver a vivir en ellos. Hasta la fecha casi todos estos proyectos de retorno se han llevado a cabo en zonas periféricas e incluso exteriores de Istok formando en la práctica nuevos guettos, pero en breve comenzará una ambiciosa operación que facilitará el retorno de ciudadanos de origen serbio a zonas de Istok con mayoría albanesa. Ese será, coinciden todas las partes, un momento importante para conocer la fase exacta en la que se encuentra el proceso de paz de Kosovo.

Mahfuzur Rahman, delegado de Naciones Unidas para la zona de Istok, explica en una entrevista con EL PERIODICO EXTREMADURA que los estudios de los que dispone la ONU indican "que en este momento hay muchos serbios que están esperando en Sebia y Montenegro para volver a sus casas". En los últimos años ya se han desarrollado importantes operaciones de realojo y asegura que se ha detectado una actitud "muy amistosa" en sus vecinos kosovares. En su opinión, a esto contribuyen las declaraciones de los principales dirigentes de Kosovo, que han dejado claro que apuestan por el retorno de las minorías "y eso ayuda mucho". "Esperamos que vuelvan muchos más serbios".

En su opinión, cada vez hay "más comprensión" de la población albanokosovar hacia este problema y, a pesar de que los realojos se producen con la protección de las fuerzas internacionales, "los albaneses han estado abrazando a los serbios". "Lo que hemos visto es que ahora los serbios caminan por las calles, hablan con albaneses y no tienen ningún problema, e incluso hablan el serbio y no tienen ningún problema", resalta.

Tasa de paro

Uno de los principales problemas con el que se encuentran estos serbios retornados es que si la tasa de paro entre los albaneses ronda el 50% en su caso se sitúa muy cerca del 100%. Sin embargo, Rahman está convencido de que se trata de un hecho coyuntural achacable a la mala situación económica que atraviesa Kosovo desde el fin de la guerra.

El comandante Manuel Martín, un andaluz destinado desde hace catorce años en la Base General Menacho de Badajoz, es el responsable de Operaciones en Base España. En el caso concreto de los reasentamientos recuerda que nada más aterrizar en Kosovo los soldados españoles fueron avisados del "peligro" de estas misiones, hasta el punto de que estaba convencido de que "iba a ser una bomba de relojería". Pero el pasado jueves trece familias serbias visitaron sus casas en una zona de mayoría albanesa "y eso, que pensaba que iba a ser un polvorín, se ha desarrollado con normalidad", tanto que "los vecinos les llamaban hasta por el mote", lo que le lleva a asegurar que "la situación es sorprendentemente favorable".

Sin embargo, buena parte de la población serbia no comparte este punto de vista. Algunos de ellos, consultados por este diario, afirman que viven "encerrados en guettos, sin libertad", hasta el punto de que no tienen sitio en buena parte del sistema educativo kosovar. De hecho, tienen claro lo que harían en caso de que las negociaciones que se desarrollan en Viena concluyesen con la aprobación de una república Independiente de Kosovo: "Nos tendríamos que marchar a Serbia". El futuro de Kosovo se escribe con renglones que a día de hoy aún están torcidos.