Ya lo avisó: "Si no se hace este recorte, el cese es inmediato". El industrial jerezano Alfonso Gallardo detalló en una entrevista concedida a EL PERIODICO EXTREMADURA el pasado mes de octubre la difícil situación en la que se encuentra la planta de Jerez de los Caballeros, que acumula más de 200 millones en pérdidas.

"Claro que de la fábrica salen camiones, pero el problema radica en que el consumo ha bajado estrepitosamente", explicaba Gallardo hace unas semanas, cuando aseguraba no entender a los trabajadores. "Si la plantilla prefiere que se extinga la actividad de la planta a rebajarse el salario no tendré más remedio que aceptarlo, aunque no lo entienda". El empresario recordó en la entrevista que la crisis de la siderúrgica "es enorme" porque la actividad depende del sector de la construcción, y Extremadura está en clara desventaja: si no hay industria no hay chatarra y la que llega, en más de un 90%, procede de fuera: Madrid, Portugal, Andalucía, Europa... lo que implica un coste adicional para la empresa. Con el producto terminado ocurre lo mismo. Como en la región se consume a tan poca escala, hay que venderlo en otras comunidades o exportarlo. "Las estamos pasando canutas, canutas, canutas", reconocía el industrial. Gallardo, consciente de que la siderúrgica es la principal industria de la región, se muestra convencido de que su cierre "será una ruina para todo el mundo".

Según explicó, el plan de viabilidad rechazado por los trabajadores, que incluía 117 bajas incentivadas y reducciones salariales temporales de entre un 4% y un 25% para el resto, era la única alternativa al despido colectivo. Gallardo debe 600 millones a los bancos. "Los bancos, si no hay pérdidas lo sobrellevan bien y nos aguantan. Eso se irá pagando tan pronto como se pueda, pero si hay pérdidas el banco no te da un céntimo más de crédito, y ese es el problema tan gordo que tenemos", apunta el jerezano, que confiesa que el ajuste era ya "el único rincón" que le quedaba para tirar. Ahora habrá que ver si como anuncia, Siderúrgica Balboa echa el cierre o finalmente, en estos 10 días, empresa y trabajadores consiguen, in extremis, alcanzar un acuerdo.