El saber no ocupa lugar ni es una carga para los que no pueden acudir a la facultad. Mientras de puertas para afuera se discute sobre la decisión del Gobierno de paralizar algunos aspectos de la ley orgánica de calidad de la enseñanza (LOCE), algunos de los que están dentro, en la cárcel, no pierden el tiempo y se preparan para vivir decentemente en la celda callejera. En Extremadura, más de una veintena de presos, en concreto 23, estudian una carrera o han solicitado hacerlo. Para ello, la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned) les ofrecen una amplia oferta dentro de su programa de estudios universitarios en centros penitenciarios.

En contra de lo que sucede en la gran mayoría de las prisiones españolas, en las dos cárceles extremeñas los aspectos legales no parecen interesar demasiado a los internos, y sólo uno estudia Derecho, la carrera más demandada por los presos en España. Lo hace desde el centro penitenciario de Badajoz, donde hay cinco presos que cursan carrera y ocho que están en la fase de preacceso. Filología Hispánica, Sociología, Informática de Sistemas y Psicopedagogía son las otras preferencias en esta cárcel.

Resulta curioso comprobar como mientras en la prisión pacense gustan más los títulos de ciencias, en Cáceres se decantan por los de letras. Así, hay dos internos que cursan Historia, uno Educación Social y otro, la excepción, que se prepara como ingeniero industrial; además, hay otros cinco que hacen el curso de acceso directo para mayores de 25 años.

Estos presos quieren que estar en una celda no sea ningún impedimento para cultivarse, sino estudiar para aprovechar el tiempo de forma creativa, como terapia o para cumplir el sueño que tenían antes de ser encarcelados. En España, más de 700 reclusos piensan lo mismo.

La estrella es Derecho, y el libro más prestado en las prisiones del país después del reglamento penitenciario es el Código Penal. Pero la oferta es variada y hay quien prefiere Ciencias Políticas, Matemáticas, Químicas, Filosofía, Turismo, Economía o Dirección de Empresas; e, incluso, hay presos que dejan los barrotes con el doctorado bajo el brazo.