Su historia de malos tratos empezó cuando tenía 22 años y aguantó diez de palizas hasta que se marchó con sus hijos de 12 y 5 años a vivir con su madre a Plasencia. Olga Lopetegui, chilena de 34 años, relató ayer entre lágrimas que el principio fue como el de cualquier pareja de enamorados hasta que llegó el primer puñetazo: "Se lo permití porque pensé que podía deberse a un momento de ira, pero los golpes eran cada vez más fuertes y por insignificancias".

De las situaciones más graves recuerda un día en que su marido le pegó tanto que no podía levantarse de la cama y otras en que tuvo que salir corriendo de casa con sus hijos. Además, confesó: "Muchas veces cuando le veía dormir pensaba en matarlo, en cómo descuartizarlo". Llegó a creer que estaba loca, que el problema era de ella e incluso pensó en "matar a mis hijos y a mí misma porque ya no podía vivir más esa situación".

Olga aguantó el maltrato por amor: "Porque le quería y él decía que me quería y que iba a cambiar", pero un día su hijo cogió un cuchillo para clavárselo al padre y decidió que era el momento de marcharse. "Mi hijo me quitó la venda de los ojos pero esto es un daño para toda la vida que te queda en el corazón y en la mente porque el maltratador te anula, te hace sentir como una basura".